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El ex canciller Schröder será consejero de la Banca Rothschild

El ex canciller socialdemócrata de Alemania Gerhard Schröder (SPD), de 61 años, ha sumado un nuevo cargo a los ya acumulados desde su salida de la Cancillería el pasado noviembre: consejero de la Banca Rothschild, con especial dedicación a las inversiones en mercados emergentes como Europa del Este, Oriente Próximo y China.

No consta si la noticia sobre el ingreso de Schröder al servicio de Rothschild, sinónimo del más rancio capitalismo, ha hecho revolverse en su tumba a August Bebel y demás padres del SPD, partido fundado hace más de 140 años en defensa de la justicia social y de los parias de la tierra. La irresistible voracidad desplegada por Schröder escandaliza en Alemania. Muchos se preguntan qué le mueve a dilapidar en tan poco tiempo el prestigio ganado a lo largo de su carrera política.

Los políticos retirados no quedan desamparados en Alemania. Tras dejar la Cancillería, Schröder cobró tres meses su sueldo íntegro de 16.870 euros. Durante tres años percibirá la mitad del mismo, 8.435 euros. Después ingresará 6.000 euros mensuales de jubilación. Además, el ex canciller tiene oficina, secretarias y guardaespaldas de por vida a costa del erario público.

Amistad con Putin

Apenas unos días después de renunciar a su escaño en el Parlamento Federal (Bundestag), Schröder anunció que ocuparía un cargo de consejero del grupo editorial suizo Ringier, que publica entre otros muchos productos el diario sensacionalista Blick y tiene varios proyectos periodísticos en el Este de Europa. El dueño de la editorial declaró entonces que contrataba a Schröder "para abrirle puertas". Poco después saltó el escándalo de que Schröder será presidente del Consejo de Vigilancia de la empresa constructora del gasoducto del Báltico, en la que participan la rusa Gazprom y los grandes consorcios alemanes de la química BASF y de la energía E.ON. Lo escandaloso del nuevo cargo reside en que sólo unas semanas antes del final de su mandato, Schröder había firmado en presencia de su amigo, el presidente ruso, Vladímir Putin, el contrato para la construcción del gasoducto. Fuentes empresariales de los socios alemanes de Gazprom aseguraron a este periódico: "Schröder debe el cargo a su amigo Putin. No ha sido una propuesta nuestra".

Al mismo tiempo, Schröder está entre los conferenciantes de alto caché de la empresa neoyorquina Harry Walker. En esta condición viaja Schröder por el mundo y no repara en presentarse en actos de homenaje a dudosos dueños de fondos de inversión a los que su partido, el SPD, calificó no hace mucho como "langostas que arrasan todo a su paso sin dejar nada". Los honorarios por conferencia no se publican, pero se estiman en 50.000 euros por actuación. Por si fuera poco, los editores se disputan estos días las memorias de Schröder que se anuncian para el otoño. Está en marcha una auténtica subasta y se habla de una cantidad en euros de siete cifras.

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