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El futuro de Euskadi

La mesa de partidos se constituirá cuando se verifique la ausencia definitiva de violencia

El nuevo foro debe superar múltiples obstáculos, como su metodología para tomar decisiones

El alto el fuego de ETA supone el cumplimiento de la primera condición para poner en marcha una mesa de partidos que aborde las cuestiones políticas planteadas en el llamado conflicto vasco. Pero la mesa no se constituirá hasta que se certifique una "ausencia de violencia" total y definitiva. Además, tendrá que superar múltiples obstáculos, como la definición del término "normalización" y la metodología para tomar decisiones, que suscita discrepancias en el PNV. Aunque la idea de la mesa fue concebida hace dos décadas, ésta sería la primera vez que todos los partidos vascos se sienten en ella.

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El alto el fuego abre la puerta a la creación de la mesa de partidos, pero su constitución no será ni mucho menos inmediata. Antes de su posible creación tienen que producirse varios hechos. Y sigue condicionada -como el diálogo en la mesa paralela del Gobierno con la banda sobre sus armas o sus presos- a que ETA "dé señales inequívocas" de que su abandono es definitivo.

El líder del PNV, Josu Jon Imaz, apostó recientemente por marcar una distancia temporal entre el diálogo con ETA y el establecimiento de la mesa. Fuentes de la ejecutiva socialista vasca coinciden con el PNV en que el inicio del diálogo oficial conjunto entre los partidos tardará aún en iniciarse. Ibarretxe, sin embargo, se adelantó ayer mismo a dar los primeros pasos para el "diálogo preliminar". El plazo que se baraja en Ajuria Enea es de dos o tres meses. Lo fundamental, se afirma, es acordar el calendario, los principios y el método para la toma de decisiones, antes de afrontar los contenidos.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, tiene, por su parte, que obtener el apoyo del Congreso para activar la resolución de mayo de 2005 sobre el inicio de un diálogo. Batasuna debe también inscribir un nuevo partido en el registro y obtener su carta de legalidad.

El trabajo de esa mesa será difícil: los partidos ni siquiera están de acuerdo en una definición común del término "normalización". La que le dio Ibarretxe, que la cifró en un acuerdo sobre el derecho de autodeterminación, es inadmisible para los no nacionalistas. Eusko Alkartasuna (EA) recela de que el PNV se avenga a una formulación "muy a la baja".

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El método para tomar decisiones también está en discusión: EA y Ezker Batua (EB), temerosas de que las margine una negociación con tres vértices -el PNV, el PSE y la formación que sustituya a Batasuna- reclaman la validez de la mayoría simple, que estaría en manos de las fuerzas nacionalistas. Consideran que lo contrario es otorgar a los no nacionalistas derecho de veto.

Este planteamiento lo comparte el sector de Joseba Egibar en el PNV, que apuesta por que los nacionalistas acudan a la mesa con un mínimo común denominador. La postura oficial del partido, asentada en el documento sobre pacificación de octubre del año pasado, establece que los acuerdos tendrán que tener una mayoría cualificada superior a la del Estatuto de Gernika, una visión compartida por el PSE. El consenso, pues, será arduo también entre los nacionalistas e incluso dentro de cada partido.

La presidencia de la mesa es otra incógnita. Ibarretxe y su consejo político, formado por consejeros de EA y EB, defienden la conveniencia de un "liderazgo institucional". Pero el PSE se opone. Aunque existe el precedente de José Antonio Ardanza al frente de la Mesa de Ajuria Enea, el PSE no cree que Ibarretxe sea la persona adecuada para cerrar la zanja abierta desde Lizarra entre nacionalistas y no nacionalistas. Imaz dijo recientemente: "Desde nuestra posición como partido, éstos no tienen que ser los aspectos insalvables" de esa negociación.

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