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El futuro de Euskadi

Una vieja idea rescatada por Batasuna en Anoeta en 2004

Si la mesa se constituye y participan en ella todas las fuerzas políticas, sería la primera vez que eso se lograra. Desde las elecciones de 1977 y la preautonomía del 1978, el brazo político de ETA ha estado fuera siempre y el pacto de Lizarra, si se puede considerar a este pacto una mesa de partidos, incluía a la izquierda abertzale pero no estaba en ella casi la mitad de la representación parlamentaria vasca, al excluir a los no nacionalistas.

Aunque Batasuna se ha atribuido en Anoeta la autoría de esta fórmula negociadora, la propuesta tiene más de dos décadas de existencia. De una mesa de partidos salió, por ejemplo, el Acuerdo de Ajuria Enea, formalizado el 12 de enero de 1988 y que recogió en su punto 10 la posibilidad de abrir el diálogo político previo abandono de las armas, en los mismos términos que lo hizo hace casi un año la resolución del Congreso.

Pero la iniciativa se remonta más atrás aún en el tiempo. De ella habló por primera vez en 1983 el entonces lehendakari, Carlos Garaikoetxea. La separación en dos foros, uno para la interlocución ETA-Gobierno, y otro para los partidos y las cuestiones políticas, la formuló en aquella misma época Mario Onaindia, secretario general de EE, en respuesta a la idea de Garaikoetxea y como modo de evitar mezclar el diálogo político con el relativo a lo se bautizó entonces como "cuestiones técnicas" derivadas de la violencia.

La recuperación por parte de Otegi, en la declaración de Anoeta de noviembre de 2004 de esa doble mesa, no es, pues, sino el rescate de una vieja fórmula, rechazada durante más de 20 años por la izquierda abertzale, y a la que ahora accede, por fin, del mismo modo que previamente entró a participar en el juego parlamentario, después de negarse a ocupar sus escaños durante varias legislaturas como medio de deslegitimar el marco autonómico.

Consensos transversales

Con la aceptación del desdoblamiento del diálogo, Batasuna y la propia ETA reconocen que la organización terrorista no es el interlocutor político válido que siempre se ha reclamado.

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También Ibarretxe ha adoptado la mesa de partidos como bandera propia tras el fracaso de su plan. El PSE la rechazó inicialmente, pero ahora acepta considerarla después de que el PNV recondujera en octubre el planteamiento de la acumulación de fuerzas nacionalistas que mantenía desde el acuerdo de Lizarra hacia al compromiso con los consensos transversales. El PP mantiene por el momento su negativa.

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