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El futuro de Euskadi

Zapatero recibió la primera carta de ETA en agosto de 2004

El presidente ha asegurado que en esta ocasión será La Moncloala que dirigirá las conversaciones para acabar con la violencia

Luis R. Aizpeolea

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, logró ayer el principal objetivo de su mandato: el anuncio del cese permanente de la violencia de ETA. Zapatero ha perseguido la meta del final del terrorismo, como objetivo prioritario, desde el mismo día en que fue investido jefe del Ejecutivo, en abril de 2004. "El terrorismo es la quiebra de la convivencia, el fracaso de la política. Con terrorismo, no hay política. Acabar con él debe ser la prioridad de cualquier Gobierno", dijo nada más llegar a La Moncloa, remedando su primera intervención en el Congreso.

Sus primeras decisiones como presidente del Gobierno levantaron expectativas en la recién ilegalizada Batasuna, el brazo político de ETA. Así sucedió con la retirada inmediata de las tropas españolas en Irak, con su programa de medidas sociales, con su apuesta por el republicanismo ciudadano y con su proclamación de lograr la paz en Euskadi como objetivo prioritario de su mandato. El líder de Batasuna, Arnaldo Otegi, ha llegado a decir de Zapatero que es "un presidente inédito del Gobierno español" y que "de haberlo sido hace 20 años, los militares le hubieran dado un golpe de Estado".

El presidente ha hablado varias veces con Tony Blair sobre el cese del terrorismo del IRA
Hay complicidad entre Josu Ternera y Arnaldo Otegi para dar una salida política a ETA
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Zapatero es visto por el mundo de Batasuna y ETA como la última tabla a la que asirse y salvarse del naufragio tras el acoso policial, judicial e internacional que sufren y encontrar un final mediante el diálogo. Por eso, la banda hizo llegar a Zapatero una carta en agosto de 2004, en la que le pedía establecer una comunicación con su Gobierno. Fue el arranque de un proceso que, en el terreno político, tuvo la correspondencia previa y paralela entre el líder de Batasuna, Arnaldo Otegi, y el presidente del Partido Socialista de Euskadi (PSE), Jesús Eguiguren, cuyas conversaciones, que han facilitado el camino para la declaración de alto el fuego de ETA, se remontan a cuatro años atrás.

El jefe del Ejecutivo, que ha estado al corriente de estas conversaciones informales, sabía que ETA no tiene futuro tras la entrada en escena de Al Qaeda. El desarme del IRA, que siempre ha sido un espejo para ETA, en julio de 2005, ha sido la expresión pública de algo que Zapatero barruntaba desde hace tiempo.

El presidente del Gobierno, con esa orientación, ha cuidado la política de gestos hacia Batasuna. El 15 de enero de 2005, cuando llevaba tan sólo ocho meses de mandato, hizo su primer pronunciamiento público sobre el proceso de paz, en respuesta a una carta que Otegi le envió la víspera. Zapatero proclamó en un acto público en San Sebastián que "la esperanza en Euskadi ha comenzado, y el final serán la paz y la convivencia entre todos porque ése es el objetivo que comprometí ante los vascos".

Otegi, en su carta de la víspera, en la que le pedía que fuera un Tony Blair -en alusión al papel jugado por el primer ministro británico en el final del IRA-, se había pronunciado por "acordar las reglas democráticas que hagan posible un nuevo escenario donde todos los proyectos políticos tengan cabida". En la carta renunciaba a plantear un "frente nacionalista vasco" como fue el Pacto de Lizarra, la base del fallido proceso de paz precedente, en 1998, y pedía que el Gobierno entrara en contacto con ETA para iniciar conversaciones. Con ello reiteraba su intervención en la Asamblea de Anoeta, de noviembre de 2004, en la que Otegi proponía para "resolver el conflicto" separar el nivel político, con la mesa de partidos, del diálogo entre Gobierno y ETA para lograr la pacificación vasca (presos, convivencia, etc.).

Zapatero, que siguió desde noviembre de 2004 muy de cerca las intervenciones de Otegi, aprovechó el debate sobre el estado de la nación, de mayo de 2005, para ratificar su pretensión de abrir un proceso de paz. Y de dicho debate surgió una resolución, aprobada por todos los partidos menos el PP, que fijaba las reglas de juego: el Gobierno abrirá un diálogo con ETA si la banda da señales inequívocas del cese de la violencia y en el que no se abordarán cuestiones políticas.

Zapatero tuvo claro cuáles iban a ser sus vías de actuación, partiendo de la experiencia de los fallidos procesos de paz en España y del que en Gran Bretaña dirigió con éxito el primer ministro, Tony Blair, para lograr el desarme del IRA. Blair, con el que Zapatero ha conversado varias veces sobre el proceso de paz en Irlanda del Norte, le recomendó que llevara las riendas de la negociación desde el inicio.

Zapatero conocía bien la experiencia de los dos procesos de paz intentados con ETA por los dos anteriores presidentes del Gobierno: el de Argel, en 1988, que lideró Felipe González, y el de Suiza, en 1998-99, dirigido por José María Aznar. El intento fallido en 1998-99 tiene una diferencia básica respecto del que dirigirá Zapatero: en éste caso, la interlocución principal será entre el Gobierno central y ETA. "Este proceso lo dirigirá La Moncloa", insiste Zapatero.

La Moncloa llevará desde ahora las riendas de un proceso que ha estado acompasado previamente por las conversaciones entre dirigentes del PSE y Batasuna y que se considera una garantía de su éxito.

En el proceso de 1998-99, La Moncloa tuvo un papel secundario. Se basó en un pacto entre los partidos nacionalistas, avalado por ETA. La base de la tregua indefinida que proclamó la banda en septiembre de 1998 fue el Pacto de Lizarra (Estella), el acuerdo entre los partidos nacionalistas para "avanzar en la construcción nacional de Euskadi" sobre la base del reconocimiento del derecho de autodeterminación y de la incorporación de Navarra y el País Vasco francés a Euskadi. La tregua indefinida, que terminó a finales de noviembre, la rompió ETA no por la conducta del Gobierno de Aznar -interlocutores de ETA se reunieron con una delegación gubernamental en Suiza en mayo de 1999- sino porque consideraron que el PNV había incumplido el acuerdo de "avanzar en la construcción nacional".

Además de esta diferencia básica -la interlocución Gobierno-ETA como elemento principal del proceso-, que le ofrece mayores garantías, se producen otros rasgos inéditos que la consolidan. Es importante la propia declaración de ETA de "alto el fuego permanente", copiada de la que realizó el IRA, y mucho más consistente que la "tregua indefinida" de 1998 y la "tregua parcial prolongada" de 1988.

También es clave la complicidad entre el líder de ETA, Josu Ternera, y el de Batasuna, Arnaldo Otegi. Ambos parecen interesados en dar una salida política a su mundo.

Otro factor inédito en este proceso es la movilización social que ha generado -manifiestos de sindicatos, de mujeres e incluso de empresarios-, con la pretensión de "blindarlo". El optimismo que ha mostrado Zapatero sobre el cese de la violencia de ETA- como sucedió con la rueda de prensa del 10 de febrero en La Moncloa-, a menudo difícil de entender desde fuera de Euskadi, se explica por su pretensión de contribuir a la movilización social en el País Vasco.

José Luis Rodríguez Zapatero entra en el Congreso para asistir al pleno de control al Gobierno.
José Luis Rodríguez Zapatero entra en el Congreso para asistir al pleno de control al Gobierno.RICARDO GUTIÉRREZ

LA POSICIÓN DEL PRESIDENTE ANTE EL FIN DE ETA

- "Si persisten en la violencia, el Gobierno perseverará en la firmeza de la ley y de la democracia, y que sepan que no van a conseguir ningún objetivo político, ninguno". 9 de agosto de 2004

- "El único destino de ETA es el finalde la violencia". 4 de octubre 2004

- "Soy capaz de hacer grandes esfuerzos por la paz en el País Vasco. Este Gobierno intentará que fructifique; hay que trabajar por un proceso de paz. Quiero escuchar a los representantes de la ilegalizada Batasuna, pero antes debe cesar el ruido de las bombas y las pistolas". 15 de enero de 2005

-"Tengo el objetivo, como todos los ciudadanos españoles, como todas las fuerzas políticas, de poner todos

los instrumentos para conseguir el fin de la violencia". 9 de febrero de 2005

-"Si quienes tienen que dar un paso lo dan, es decir ETA, la democracia sabrá dar los pasos necesarios para que la paz sea definitiva en Euskadi y en España". 28 de junio de 2005

-"Tengo la confianza de que veremos el fin del terrorismo de ETA. Si hay una oportunidad para llegar a la paz, intentaré que se convierta en realidad". 30 de noviembre de 2005

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