Olmert hace una demostración de fuerza a sólo dos semanas de las elecciones
El partido del primer ministro interino israelí caía en los sondeos de intención de voto
Acosado por la extrema derecha israelí y el ultranacionalista Likud, y a dos semanas de las elecciones parlamentarias, el primer ministro interino, Ehud Olmert, está tratando de demostrar que es capaz de ajustarse al patrón definido por Ariel Sharon, su predecesor en el Gobierno y fundador de Kadima, el partido que ahora lidera Olmert y que pierde escaños en las encuestas desde hace 15 días. Los asesinatos de dirigentes fundamentalistas, las amenazas de muerte al futuro primer ministro palestino de Hamás, Ismail Haniya, el asedio económico a los territorios ocupados y las promesas de que el muro ilegal que levanta Israel en Cisjordania se concluirá a final de este año se suceden sin solución de continuidad.
Descartada por el Partido Laborista una coalición con el Likud que pudiera poner en riesgo la pretensión de Olmert de formar Gobierno tras los comicios del 28 de marzo, el jefe del Ejecutivo, que carece de currículo militar, sólo parece temer a Benjamín Netanyahu.
El ex primer ministro y jefe del Likud califica a Olmert de "peligroso izquierdista", al tiempo que la ultraderecha religiosa y la laica, que campa a sus anchas en los asentamientos de Cisjordania, cuelga a las entradas de las colonias carteles en los que se puede leer: "Olmert es malo para los judíos".
El desmantelamiento del diminuto asentamiento de Amona, un puñado de viviendas, el pasado 1 de febrero, desató la furia de buena parte de los 240.000 colonos. Y Olmert, en la estela de la iniciativa de Ariel Sharon en Gaza, ha anunciado que una nueva retirada de colonos de Cisjordania -siempre parcial, y esta vez sólo de los civiles- es indispensable para mantener la identidad judía del Estado.
Salvo desplome de Kadima, el peligro más consistente acecha desde la derecha. Nada mejor en Israel que mostrar mano dura con los palestinos para atajar las acusaciones de que a un dirigente político le tiembla la mano. "A final de año planeamos haber terminado la barrera de seguridad", afirmó ayer en el asentamiento de Ariel, uno de los más poblados en Cisjordania. "Quiero dejar muy claro", añadió, "que Ariel será parte inseparable de Israel. Si hay comunidades en zonas en las que no pueden permanecer, serán realojados en lugares como éste y recibirán toda la ayuda necesaria. No permaneceremos en lugares que no nos ofrecen utilidad".
El primer ministro ha reiterado que el valle del Jordán, zona ya vedada para los palestinos, incluidos muchos propietarios de tierras, seguirá bajo control israelí. Pese a sus anunciados planes, Olmert sigue insistiendo en que antes tratará de negociar con los palestinos la Hoja de Ruta, el plan patrocinado por Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y Naciones Unidas (el Cuarteto). Se ignora con qué interlocutor, debido a que el presidente, Mahmud Abbas, ha sido descartado. Por si fuera poco, acaba de aprobarse la construcción de otras 1.000 viviendas entre Jerusalén y la colonia de Maale Adumim, en territorio conquistado en 1967. La Hoja de Ruta prohíbe la construcción y ampliación de asentamientos, pero ese proceso jamás se ha detenido.
El Ejecutivo, a iniciativa del ministro de Defensa, Saul Mofaz, clausuró de nuevo ayer -por tercera vez desde comienzos de año- la terminal de mercancías a través de la cual se abastece Gaza. Ya han sido cinco semanas en las que ningún producto ha entrado en la franja.
Pero Cisjordania también se encuentra desde hace tres días completamente clausurada. El Gobierno de Olmert decidió el enésimo cierre por la festividad del Purim, en la que los judíos celebran el fracaso de la iniciativa de un gran visir persa, Haman, que abogó por el exterminio de los judíos en tiempos bíblicos. Su propuesta, desestimada por el rey, no prosperó. Y en los días de Purim, festejos similares al carnaval, los judíos ultraortodoxos se emborrachan y los niños fuman con el consentimiento de sus padres.
El despliegue de militares y policías es masivo desde hace 96 horas. Son también unas jornadas en las que los movimientos fundamentalistas han perpetrado en años anteriores oleadas de atentados terroristas. Desde hace tres días Israel se halla en estado de alerta máxima, también en la región fronteriza con Líbano.
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