"Alejandro Magno no es un Bush de la antigüedad"
Mohammad-Reza Kargar (Yazd, 1962), director del Museo Nacional de Irán, ha sido fundamental en la creación de la exposición El imperio olvidado, el mundo de la antigua Persia, que ha recalado en CaixaForum tras presentarse con enorme éxito en el British Museum. La exposición reúne medio millar de piezas del British, el Louvre y el museo iraní, incluidas algunas excepcionales de los fondos de este centro, que nunca antes habían salido de Irán. La idea básica de El imperio olvidado es la reivindicación de la Persia aqueménida (550-330 antes de Cristo) con el propósito de superar la mirada tradicionalmente negativa de Occidente. La exposición llega a España precisamente en un momento de tensión internacional en torno a Irán a causa de su política nuclear. "Bush no es Alejandro Magno", señala Kargar en alusión a las invasiones estadounidenses de Irak y Afganistán, parte ambos del antiguo imperio persa conquistado por el caudillo macedonio.
"Como entonces, rogamos ahora: 'Que la sequía, la mentira y la guerra sean alejadas de nuestro país"
Pregunta. La exposición presenta el imperio de los persas aqueménidas como una gran realización cultural y política en la que se ejercía una sorprendente tolerancia.
Respuesta. Hay que distinguir dos épocas en ese periodo. La primera va desde la fundación del imperio hasta Darío I (522-486 antes de Cristo), y la segunda desde éste hasta el final de la dinastía con la conquista macedónica. En la segunda época, Jerjes, sucesor de Darío, tomó Atenas e incendió el Partenón. Darío no lo hubiera hecho. Al entrar en Egipto y enterarse de que había muerto el sagrado buey Apis, Darío, que no creía en la religión egipcia, decretó tres días de luto. Y en Babilonia rezó como lo hacían allí. Cada vez que conquistó una tierra respetó sus creencias.
P. ¿Qué relación tienen los iraníes con ese pasado aqueménida?
R. Es un honor tener esa historia. Nos sentimos muy orgullosos.
P. ¿Aunque ese pasado sea preislámico?
R. Por supuesto. No cortamos las relaciones con nuestra historia por razones religiosas. Piense que nosotros leemos ahora poemas de hace mil años y los entendemos perfectamente, mientras que a un inglés le cuesta comprender bastantes palabras de las obras de Shakespeare. No ha habido muchos cambios culturales en nuestro país. Incluso el islam que se aceptó no es el mismo preponderante en el mundo árabe. El chiísmo está más cerca de los cultos y creencias ancestrales iraníes que el islam suní. Por otro lado, tenga en cuenta que cuando en los relieves de Persépolis Darío está diciendo "Dios creó la felicidad, la luz", son cosas que asumimos perfectamente, no las vemos como algo de otra época. Como entonces, rogamos ahora: "Que la sequía, la mentira y la guerra sean alejadas de nuestro país".
P. ¿La identificación de los Pahlevi con la dinastía aqueménida no ha perjudicado la opinión que tenían los iraníes del viejo imperio persa?
R. No digo que tras la revolución al principio no hubiera opiniones y lemas más radicales, pero luego, tras la crisis, se volvió a la misma situación de respeto por nuestra historia. Es cierto que a los Pahlevi les gustaba más la época preislámica. Pero eso no hace que dejemos de mirar la historia como algo propio. La historia es para ser aprendida, no para ser utilizada.
P. ¿Qué opinión tienen en Irán de Alejandro Magno, la némesis del imperio aqueménida? En la tradición zoroastriana se le maldijo y demonizó por destruir el Avesta, el libro sagrado. E incendió Persépolis. ¿Le ven ustedes como un Bush de la antigüedad?
R. No, no. Nuestra visión de Alejandro no es negativa. Se casó con una iraní, olvidó las enseñanzas filosóficas de Grecia y cambió sus ideas políticas. De hecho, se convirtió en un exportador de cultura iraní, en un Alejandro iraní. Sus sucesores no duraron y luego ascendió otro linaje nativo. Alejandro nada tiene que ver con Bush. En Irán, ¿sabe?, mucha gente le pone a su hijo de nombre Iskander, Alejandro: es una prueba de que no hay ningún odio hacia él.
P. Han visto lo que ha sucedido con el patrimonio del vecino Irak. ¿Han tomado ustedes precauciones para una eventualidad bélica?
R. Lo de Irak ha sido muy triste, se han destruido auténticas joyas de la humanidad. Ésos son los problemas de las guerras. Es preocupante ver que los convenios internacionales no funcionan en situaciones bélicas. El saqueo del Museo Nacional de Bagdad se podía haber evitado con unos pocos soldados pero, premeditadamente, no se defendió. De todas formas, hay condiciones culturales propias de cada país. En Irán nunca ha pasado nada semejante. Tras la revolución de 1979 nadie robó en los museos, ni siquiera en los palacios.
P. ¿Qué retos de conservación patrimonial tiene su país?
R. Hablamos de un país en el que hay antigüedades en todos los rincones. Se hacen 150 excavaciones al año. La conservación de los grandes sitios arqueológicos es un problema, especialmente porque hay muchas construcciones de adobe, muy costoso de cuidar. Gran parte de esos sitios está, además, en lugares aislados. Estamos desarrollando una mejor cultura de protección, para lo que es muy útil dar finalidades turísticas a los sitios. Por desgracia, el turismo presenta estadísticas preocupantes. El año pasado sólo tuvimos un millón de visitantes, porque estamos en una zona muy problemática.
P. La exposición muestra muchas maravillas persas que están en otros países. ¿Reclaman ustedes algunas piezas de fuera de Irán?
R. Hay cosas que salieron en su día según los convenios legales de la época. Así que aunque Irán sea el dueño espiritual no las reclamamos. Las que han salido ilegalmente, sí. Pero no tenemos reivindicaciones como los mármoles del Partenón o el busto de Nefertiti.
Babelia
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