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Paul Sharits muestra en Castellón los orígenes experimentales del videoarte

María Fabra

Cuando las videoinstalaciones centran buena parte de las exposiciones de arte contemporáneo, resulta interesante volver atrás y mostrar los orígenes de esta expresión. Paul Sharits no fue el único pero sí uno de los grandes experimentadores con la cinta de celuloide. Las grabaciones de la muestra están realizadas en 16 milímetros, entre finales de los años sesenta y los setenta. Su vigencia refleja el alcance de sus trabajos y prueba de ello es el espectacular montaje que ha transformado el Espai d'Art Contemporani de Castellón, escenario de la primera exposición retrospectiva en España de Sharits, comisariada por Gloria Moure, que se puede ver hasta el 16 de abril.

Sharits nació en Denver (EE UU) en 1943, estudió pintura y diseño visual y encontró en las filmaciones el medio más apropiado para hurgar en los conceptos que le inquietaban, interesado por el pensamiento de Wittgenstein, Pierce, Chomsky, Saussure y Derrida. Como otros, empezó a trabajar en filmaciones que nada tenían que ver con la usual narración con principio y fin. El espectador empezó a ser partícipe y a percibir sensaciones únicas.

La dimensión del proyecto se capta nada más entrar en el espacio, reconvertido en seis capillas al margen de un muy cinéfilo pasillo negro. Habitáculos que son reproducciones de los planos que el propio Sharits diseñó y en los que también ha trabajado su último asistente, al que ha impresionado la fidelidad con la que se han seguido las "instrucciones" legadas por el artista, fallecido en 1993. Así, al margen de las filmaciones, el espacio, la luz (o su práctica ausencia), los proyectores y cintas de celuloide son, en sí mismos, pura estética.

Sobre el contenido, Moure destaca seis piezas con las que ha recuperado la memoria de uno de los artistas más influyente en los creadores de su generación y en las posteriores con su análisis del cine como medio y su ruptura de fronteras. Se han instalado seis proyecciones procedentes del Anthology Film Archives, de Nueva York, que abarcan los dos grandes segmentos de su obra: los flicker films y los locational films. Los primeros, de los que el Espai muestra tres piezas, son pantallas parpadeantes en las que el autor juega con la velocidad, el color y el sonido hasta conseguir la creación de colores inexistentes o la proyección de elementos que el ojo no percibe. Dentro de los locational films destacan T.o.u.c.h.i.n.g., puro transformismo; Shutter interface, reflejo de lo poética que puede ser la inestabilidad, y Epileptic seizure comparison, una impresionante filmación de un ataque epiléptico que, según algunos científicos, provoca la misma frecuencia de ondas que el momento álgido de la creación de una obra de arte.

Gloria Moure, junto a una de las proyecciones de Paul Sharits.
Gloria Moure, junto a una de las proyecciones de Paul Sharits.ÁNGEL SÁNCHEZ
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