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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Lo que les une

El espanto ante el terror y la solidaridad con las víctimas nos han unido siempre, y los españoles quieren que sigan uniéndonos, dijo Zapatero, dirigiéndose especialmente al PP, en su respuesta a una pregunta de Llamazares en la sesión de control del miércoles. Eligió esa forma de comunicación para anunciar una nueva ley de solidaridad con las víctimas que presentó como ocasión para recomponer el consenso antiterrorista entre los dos grandes partidos nacionales. La intención obvia es buscar el acercamiento en torno a un punto de menor resistencia: un proyecto de ley que unifique la legislación existente sobre ayuda a las víctimas, que no tiene por qué resultar polémico.

En su comparecencia del 10 de febrero (en la que habló del principio del fin de ETA), el presidente había dicho que el deseo de paz es tan fuerte en la sociedad española que incluso sin el PP, si persistía en su actitud, sería posible alcanzarla. Pero tras esta advertencia ha multiplicado en entrevistas y declaraciones sus llamamientos para la recomposición del consenso con ese partido. El PP no puede automarginarse de cualquier política en la que el Gobierno tenga la iniciativa; tampoco el Gobierno puede prescindir de los sectores sociales influidos por el PP, incluida una parte importante del movimiento de víctimas.

La respuesta del PP a la ley de víctimas ha sido poco alentadora. Su portavoz parlamentario la ha calificado como "juegos florales"; Rajoy ha venido a decir que está dispuesto a apoyar esa ley de solidaridad, para añadir acto seguido que lo que el Gobierno debe hacer es rectificar su política antiterrorista. Es cierto que la mayoría de las víctimas consideraría un agravio que se cediera a las exigencias que invocó ETA en su día para matar a sus deudos. Pero tanto la resolución del Congreso en mayo como las declaraciones de Zapatero excluyen expresamente cualquier contrapartida política y condicionan un eventual diálogo al cese definitivo de la violencia. ¿Acaso no es una derrota para una organización terrorista renunciar a la violencia sin compensaciones políticas?

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La responsabilidad del PP en la dinámica de enfrentamiento en torno a la política antiterrorista resulta cada día más patente; pero ahora es del todo urgente encontrar un mínimo espacio de entendimiento al menos sobre lo más obvio: y la nueva ley de víctimas puede ser el terreno idóneo para intentarlo.

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