Juan Carlos Savater expone en la abadía del monasterio de Silos sus paisajes de luz

El pintor Juan Carlos Savater (San Sebastián, 1953) se incorporó ayer al ciclo de exposiciones que programa el Museo Nacional Reina Sofía en la abadía del monasterio de Santo Domingo de Silos (Burgos), con un conjunto de 16 cuadros realizados el año pasado con el título de Estrella matutina. "Toda mi vida he hecho pintura religiosa", declaró el artista. En la presentación intervinieron, junto a Savater, la directora del Reina Sofía, Ana Martínez de Aguilar; el abad del monasterio, Clemente Serna, y el presidente de la Cámara de Comercio de Burgos, Antonio Méndez, que colabora en la muestra.

Los paisajes abstractos, habituales en la obra pictórica de Juan Carlos Savater desde los años ochenta, llegan a Silos, en uno de los ángulos del claustro románico, cerca del ciprés cantado por Gerardo Diego y con restos de las últimas nevadas. El pintor señala que cuando recibió la propuesta de exponer en Silos, realizaba unos dibujos de simbología religiosa que, junto a otras pinturas, formaron los materiales de sus últimas exposiciones en Madrid. "Quería seguir con la misma historia, la idea de la salida del sol, de resplandor". El título de Estrella matutina tiene esa referencia al sol y sentido religioso, que completó con el final de Walden, de Henry Thoreau, "el sol es una estrella matutina".

"Este paisaje de Silos es parecido al que tengo en la sierra madrileña y me parece estupendo que se relacione la obra y el lugar", declara Juan Carlos Savater. "Las últimas obras son aparentemente de una mayor abstracción, pero son también paisajes, como los que he hecho en mi trayectoria, donde he empleado lenguajes diferentes para explicar lo mismo. He pintado figurativo, pero en paisajes inspirados en la pintura china, donde no hay tema, donde aparecen arbolitos y piedras. Veo acantilados, amaneceres, como un espacio figurativo y abstracto, como pintura-pintura". El pintor no se ha planteado la exposición como una serie, pero las obras se presentan con el mismo formato, por el corte del táblex, y con identidad como cuadros. "Creo que funcionan bien juntos. No tienen mucha anécdota, en realidad no pasa nada, son rayos de luz, parecen iguales pero son bastante diferentes. Tienen estallidos de color, con el gesto que se hace al extender la pintura. En mi pintura los paisajes son una constante, desde que descubrí que en el paisaje se podía contar todo".

El catálogo incluye textos de María Escribano e Ignacio Gómez de Liaño, con una biografía del pintor realizada por Antonio Sánchez Luengo, donde junto a las imágenes de sus cuadros recorre su evolución desde su primera individual en1980. Ante los paisajes, pintados con grises y negros de grafito, blancos y tierras, Escribano cree que parecen "visiones de lugares lejanos, como si el pintor hubiera colocado su mirada en un punto menos próximo a la piel más reconocible de la naturaleza terrestre".