Saharauis, entre la colonización y la resistencia

La República Árabe Saharaui Democrática se proclamó en Bir Lehlu, un pozo en el desierto a 130 kilómetros de la frontera argelina y a unos pocos de la mauritana, la noche del 27 al 28 de febrero de 1976. El mismo día en que España abandonaba el Sáhara Occidental, después de más de un siglo, nacía esa república a pesar de la ocupación del territorio por tropas extranjeras.

Hace 30 años se intentó cambiar el destino del pueblo saharaui. Lo condenaron al exilio, a la muerte, a la desolación. Para España significó una de las páginas menos honorables de nuestra historia contemporánea. Con la firma de los Acuerdos de Madrid, impidió la independencia prometida al pueblo saharaui y sembró para largo tiempo la inestabilidad en un área próxima de la que depende su propia seguridad. Hoy, 30 años después, tiene la indecencia política de proclamar que su posición es de neutralidad.

La guerra, contrariamente al cálculo inicial de los artesanos del pacto, ha durado más de una semana. Marruecos, pese a su empeño y las generosas alianzas con las que ha contado, no logró una victoria militar aplastante. Los saharauis no han capitulado; lejos de eso, acaban de iniciar un nuevo método de resistencia en las zonas ocupadas. La tregua decretada por la ONU puede saltar en cualquier momento. En definitiva, a la vista están los ingredientes para una nueva conflagración en la zona.

Hoy, los españoles, con independencia de ideologías, queremos un mayor compromiso político en favor de una solución justa y democrática.