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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La democracia, hace 25 años

Me gusta la historia para aprender de ella y, si preciso es, para rectificar. No me gusta como narración de batallas a medida que nos hacemos mayores. Tenemos memoria selectiva y nos quedamos con lo que más nos conviene en cada caso. Es normal.

Por eso no me parece demasiado importante recordar qué hacía yo el 23-F, salvo como anécdota. Yo era entonces, como ahora, sacerdote y esa tarde preparaba un examen para la UNED. Tenía la radio encendida y seguí el intento golpista al minuto. Me desazoné muchísimo y todos los fantasmas del franquismo volvieron a mi mente. Hubo momentos en que literalmente se me caían las lágrimas de rabia y pena. Después, a eso de las siete, fui a decir misa en el pueblo que atendía. Hice lo que debía. Celebrar esa misa, condenar el golpe y afirmar la justicia de la naciente democracia. Después me fui a casa de unos amigos. Era nuestra manera de esperar todos unidos, apoyándonos unos a otros. Al fin, habló el Rey y nos fuimos cada uno a su casa. La noche fue larga y la desconfianza más larga aún. Al día siguiente respiramos, pero siempre con precaución.- José Ignacio Calleja Sáenz de Navarrete. Vitoria-Gasteiz.

Hace 25 años compré mi primer ejemplar de EL PAÍS. Andaba en séptimo de la entonces llamada EGB. Fue a la hora del recreo. Habíamos tenido clase de Lengua con toda tranquilidad porque, según nuestro profesor, no había razón alguna para alterar el curso normal de las cosas. Pero la hora de francés nos la habíamos pasado escuchando la radio; por lo que se oía, estaban abandonando los guardias civiles el Congreso. Uno era todavía un inconsciente, pero había estudiado lo del general Pavía y todo eso y reconocía lo que era un golpe de Estado. Quizás, en aquellas fechas se despertó mi conciencia cívica, pues luego fue emocionante ver la manifestación en defensa de la Constitución en la tarde fría de un Madrid de febrero.

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No tengo nada que añorar, pues era un crío, pero todo tenía entonces como un aire de libertad, de novedad, de progresía, de generosidad política. Después supe que eso era precisamente la llamada transición. Un periodo en el que nos jugábamos mucho como españoles. Han pasado 25 años y, vistos ahora con perspectiva, han sido un éxito total de la sociedad al completo. - Alberto Cabeza Nuez. Zaragoza

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