La libertad del embudo
Representantes de la Iglesia católica protestaron hace dos años porque en el cartel de Amén, la magnífica película de Costa Gavras, se identificaba la cruz cristiana con la cruz gamada. Cuando en 1988 Martin Scorsese presentó en los festivales de Venecia y San Sebastián La última tentación de Cristo se organizó la marimorena entre algunos católicos, que no dudaron en llevar a los representantes de dichos festivales ante los tribunales, causas que acabaron sobreseídas después de un pesado proceso. Para entonces, mucho tiempo atrás se habían estrenado en España Jesucristo Superstar en teatro y en cine, y Je vous salue Marie, de Godard, provocando manifestaciones con rezo del rosario incluido a las puertas de los cines. Se rumoreó que alguna de ellas había sido organizada por los propios distribuidores para llamar la atención pero, cierto o no, ello vino a decir que el campo de la protesta estaba abonado. Al Mateo evangelista de la famosa El evangelio según Mateo de Pasolini le metieron con calzador la cualidad de santo, considerando los católicos inadmisible que aquel comunista homosexual dudara de la santidad del apóstol. Un tal padre Sthelin, de la antigua censura española, añadía letreros a las películas de Bergman justificando su desencanto religioso porque su fe era tan grande que alcanzaba profundidades extraordinarias. Para más inri, se le cargaba el sambenito de católico. Como se hizo con Buñuel, que en realidad se estaba riendo de ellos. Todo vale menos aceptar la disidencia o la caricatura. Una versión cinematográfica del rosario en familia del padre Peyton a finales de los cincuenta ocultaba la cara de Jesucristo porque los hombres, se dijo, no podían faltarle al respeto representándole con el rostro de un simple humano. El cura que hizo leyenda con sus programas de radio y películas bajo el lema "familia que reza unida, permanece unida", no quiso utilizar la libertad de expresión y poner rostro a su Mesías.
A Bergman se le cargaba el sambenito de católico. Como a Buñuel, que en realidad se estaba riendo de ellos
Recientemente, el obispo de Tarazona ha protestado públicamente por la versión "morbosamente sexy" con que la actriz Paz Vega encarnará, según él, a Teresa de Jesús en la nueva película de Ray Loriga, y esta misma semana el Opus Dei ha expresado sus quejas por la película El código Da Vinci, que inaugurará el próximo festival de Cannes. Advierten en una nota que "muchas personas se sentirían dolidas por la falta de respeto que supone para las creencias de los cristianos" si se cuenta, siguiendo la exitosa novela de ficción en que se basa, un secreto celosamente guardado durante 20 siglos y que no es otro que el supuesto de que Jesús y María Magdalena fueron pareja de hecho y tuvieron hijos. No se amenaza, dice la nota del Opus, pero la reacción de los cristianos ofendidos podría ser incontrolable. De ahí que sería prudente "un gesto de concordia por parte de la productora suprimiendo las escenas que pudieran herir a los católicos; sería un gesto que demostraría que son compatibles la libertad de expresión con el respeto a las creencias".
En un momento en que se reivindica la libertad de expresión para las tontas caricaturas de Mahoma, y sin que aún hayamos visto El código Da Vinci, de Ron Howard, ni la Teresa, muerte y vida, de Ray Loriga, ya ha empezado el barullo. Que Dios nos coja confesados. Inch'Allah.
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