"La lección de Irak es que la ONU es insustituible"
Heraldo Muñoz, chileno de 57 años, socialista y embajador de su país ante Naciones Unidas, ha escrito un libro (Una guerra en solitario. Editorial El Tercer Hombre) en el que desvela y narra con maestría los intensos pasilleos que condujeron a la guerra de Irak y a la legitimación de la posguerra. Fue presidente del comité de sanciones a Al Qaeda y a los talibanes. Muñoz habló con EL PAÍS en su reciente viaje a Madrid.
Pregunta. ¿Qué lecciones se pueden extraer de lo ocurrido en Irak?
Respuesta. La lección es que es necesario contar con un respaldo internacional amplio cuando se va a hacer uso de la fuerza. No importa cuán poderosa sea una nación, no basta el poder de las armas. La lección es que el Consejo de Seguridad es insustituible. No es posible ni para la gran superpotencia hacer lo que quiera.
"Negar el derecho al debido proceso a Husein, es negar la superioridad moral de la democracia"
"Es posible un atentado con armas de destrucción masiva. Hay quien piensa que está a la vuelta de la esquina"
P. Tras el 11-S, Le Monde escribió: "Todos somos americanos". Cinco años después, las encuestas sitúan a EE UU como el principal riesgo para la paz.
R. Lamentablemente se perdió el enorme capital político que Estados Unidos ganó tras el 11-S, cuando todos estaban a favor de una lucha abierta contra el terrorismo y del extremismo islámico. Esa solidaridad se ha desmoronado y es culpa de Irak. Nunca la comunidad internacional ha estado tan dividida. Se han sanado algunas heridas en la ONU en la medida en que EE UU ha vuelto al multilateralismo, pero es uno táctico, no un compromiso estratégico porque se le complicó la guerra y tiene a sectores republicanos demandando un plan de retirada. La presencia de tropas de muchos países en Afganistán es la expresión de un momento político que ya no existe.
P. Dicen que el general Franks, que dirigió la guerra de Afganistán, blasfemó cuando le ordenaron preparar la invasión de Irak.
R. Son muchos los americanos que dicen en voz baja que Irak ha sido una gran distracción en la guerra contra el terrorismo.
P. ¿Por qué se tiene tanta dificultad en leer la realidad?
R. Hay sectores neoconservadores en EE UU que pensaban, o aún piensan, que la amenaza principal era Husein, que la combinación de un tirano con armas de destrucción masiva resultaba intolerable. Otros republicanos, los conservadores de la línea realista clásica, miran a las amenazas como las amenazas objetivas de las organizaciones lideradas por Bin Laden, que son ahora más fuertes que en 1991. Al Qaeda es una red informal de muchos grupos inspirados y alimentados por Irak, un conflicto que llevó a la yihad a miles de militantes. Al final, todos, EE UU y el resto, hemos terminado peor. Y eso aparejado por una crisis moral por lo ocurrido [abusos y torturas contra presos iraquíes] en Abu Ghraib y las supuestas prisiones secretas en Europa y tantas situaciones relativas a los derechos humanos. Una de las contradicciones en EE UU es que los idealistas ya no son los demócratas sino los neoconservadores, que quieren construir democracias y modificar fronteras. El ala realista de los republicanos parece que empieza a recuperar terreno.
P. Mary Robinson, ex comisaria de los Derechos Humanos de la ONU, alertó contra una pérdida de valores en una lucha sin reglas contra el terrorismo.
R. Todos tienen derecho al debido proceso; todos, los talibanes y Sadam Husein. Negar ese derecho en Guantánamo, o donde sea, es negar la superioridad moral de la democracia. Es lo más grave de lo que ha ocurrido hasta ahora. Si no se combate el terrorismo dentro del Estado de Derecho se alimenta a ese mismo terrorismo y se debilita a los posibles aliados.
P. ¿Y cómo se lucha contra el terrorismo internacional?
R. Visité veintitantos países y hablé con muchos líderes islámicos. Me decían que la lucha se gana con una estrategia que no fuera sólo militar, que la única manera de enfrentarse al terrorismo es en el campo ideológico y para ello es necesario implicar a los moderados. No es una buena idea empujarlos contra la pared.
P. Un periodista británico comienza su libro: "Tengo una buena noticia: Al Qaeda no existe".
R. En cierto modo es así. Al Qaeda era antes un movimiento vertical. Los luchadores árabes de Bin Laden estaban financiados y controlados por él. Después de la caída de los talibanes se produce una modificación. Ahora es una red diversificada con grupos que tienen muy poco contacto entre sí; comparten el factor ideológico, la inspiración de Bin Laden y su visión de la yihad universal. Su sistema de financiación también cambió. Ya no mueven el dinero a través de bancos y donantes. En el comité que presidí logramos congelar 140 millones de dólares, pero ahora emplean empresas pantalla, madrasas [las escuelas cioránicas], organizaciones caritativas y sobre todo la jawala, la banca informal. Y necesitan menos dinero para matar. El dinero cruza las fronteras en maletas, como en Bali.
P. La enseñanza del 11-S es que ya es posible un atentado con armas de destrucción masiva.
R. Sí, es posible. Hay quienes piensan que está a la vuelta de la esquina y si no se ha cometido aún es porque no tienen la capacidad técnica o tecnológica. De ahí viene la parte comprensiva de los temores norteamericanos, que regímenes tiránicos o grupos terroristas tengan acceso a ese tipo de armas. Y eso es lo que mueve su política, aunque no lo justifique.
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