'La fiesta del Chivo', fiel al libro
El escritor peruano Mario Vargas Llosa se mostró ayer en la Berlinale satisfecho con la versión cinematográfica de su novela La fiesta del Chivo, dirigida por su primo carnal y hermano de su mujer, Luis Llosa y que se estrenó anoche en una exhibición especial del festival. Considera Vargas Llosa que la película se mantiene fiel al libro, "aunque el lenguaje del cine y la literatura son distintos por completo".
Según el novelista, "el trasvase del libro a la pantalla hay que hacerlo con mucha libertad. No creo que un novelista pueda buscar una fidelidad absoluta a su historia. En primer lugar, es imposible y si es demasiado fiel resulta una película aburrida. No hay nada tan aburrido como las películas literarias, salvo excepciones, Visconti por ejemplo. En las adaptaciones fieles uno ve el libro detrás de las imágenes".
El novelista y su pariente cineasta explicaron que la película no es el resultado de un trabajo conjunto. El cineasta Llosa contó que la idea de comprar los derechos cinematográficos de la novela fue suya y no la consultó con su pariente novelista. "Pedí los derechos a la agente de Mario, Carmen Balcells y tuve que competir con otros interesados", dijo Llosa, a quien la condición de pariente no le sirvió ni para una rebaja en el precio.
Insiste mucho Vargas Llosa en que no ha intervenido en el guión. "No he conversado con los guionistas para nada". El novelista es gato escaldado en sus incursiones cinematográficas. En el año 1975 se estrenó la primera versión de Pantaleón y las visitadoras en la que el autor interviene como codirector e incluso interpreta un papel en la película. El resultado le pareció un desastre y no está dispuesto a repetir nuevamente la experiencia. Tampoco a lanzarse de nuevo a la política, como cuando intentó llegar a presidente de Perú y fue derrotado por Alberto Fujimori en 1990.
Al hablar de la película declara Vargas Llosa que algunas secuencias lo conmovieron, como la violación y desfloración de la niña Urania, el personaje central de la película. "Ese episodio terrible me costó mucho escribirlo. Lo reescribí no sé cuántas veces, me volvía loco y temía un rechazo defensivo de los lectores. Lo escribí de muchas maneras y me emocionó mucho verlo convertido en imágenes porque creo que está logrado y es el momento más conmovedor de la película". Esta secuencia, la última del rodaje que también a Llosa le costó mucho realizar, supone en la práctica el final de la película que omite la represión que siguió a la muerte del tirano que en la novela ocupa un lugar muy destacado.
Dos actrices interpretan el personaje de Urania Cabral, central en la película. La Uranita niña, violada por el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo, es Stephanie Leonidas, curiosa coincidencia de su apellido con el segundo nombre del tirano, una joven actriz británica de origen griego. La famosa Isabella Rossellini es la imagen de la Urania adulta. El actor hispano-argentino Juan Diego Botto interpreta a un militar fiel al dictador aunque al final se pasa al grupo de los que lo ejecutan en un atentado.
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