Un artista atormentado

Tiene todo lo que tiene que tener cualquier biografía heroica para enganchar al público: un personaje popular (aquí, más de uno, aunque el protagonismo no se discute: Johnny Cash, célebre cantante, pésimo padre y drogadicto durante años; más ocasionales amigos que se llaman, ahí es nada, June Carter, Elvis Presley, Jerry Lee Lewis); una peripecia vital que convierte al protagonista en una hoja suelta en medio de un huracán; más una banda sonora que funcionará prácticamente por sí sola, tal es la acumulación de éxitos conocidos por el público. Agréguese un par de buenos actores, una estructura de ascenso/caída y, palabra mágica, redención, y se tendrá el cóctel con todos sus ingredientes.

Actores espléndidos

El hecho de que no nos empachemos mientras nos lo llevamos a los ojos tiene que ver con algunas cosas nada despreciables y que confirman que el cálculo comercial que los productores hicieron, a la hora de confiar a un cineasta otrora independiente, James Mangold, la tarea de aliñar todo, no fue equivocado. Por ejemplo, con unos actores espléndidos, a los que la cámara de Mangold mima hasta obtener actuaciones que huelen a Oscar, no tanto la de Joaquin Phoenix, un más que plausible Cash, sino sobre todo Reese Witherspoon, que, en un prodigioso salto al vacío desde su confortable trono de reina de la comedia adolescente estúpida, borda una June Carter memorable y, por supuesto, más que oscarizable.

En la cuerda floja tiene todos los ingredientes para gustar, el cálculo comercial artero para hacerlo llevándose por delante, además, alguna lagrimita que otra; y, por supuesto, si es usted amante de la música country, de Johnny Cash y de la cultura popular americana de hace unas tres o cuatro décadas, no lo dude: ésta es su película.