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Reportaje:

España se proyecta

Una exposición en el MOMA de Nueva York señala a España como el paraíso de la arquitectura de vanguardia. Ningún país concentra tantos edificios singulares recientes ni tantos emblemáticos proyectos de estrellas internacionales.

Anatxu Zabalbeascoa

Rafael Moneo es el arquitecto más prestigioso de España, y Santiago Calatrava, el más famoso. Dos de sus edificios ayudan a explicar la paradoja que vive la arquitectura española actual. La ampliación del Museo del Prado, que construye Moneo, ha generado polémica desde que se celebró el concurso para elegir un proyecto. Primero, porque los ganadores no realizaron el encargo. Después, porque los vecinos se resistían a un diseño que sentían frío. El grueso de arquitectos y la crítica han estado siempre del lado del proyectista navarro, el único español con un Pritzker, el mayor premio al que puede optar un arquitecto. En la otra cara de la moneda, el complejo de la Ciudad de las Artes y las Ciencias que Calatrava completa en Valencia cuenta con el respaldo y hasta con el aplauso del público. Pero la crítica y los arquitectos lo denuestan. Tachan la ciudad de capricho escultural. Las dos caras del éxito y el fracaso forman parte del panorama que quiere reflejar la exposición que se inaugurará en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) el próximo 12 de febrero. Pero en la muestra, ningún proyecto representa a Calatrava, aunque su comisario, Terence Riley, asegura en el catálogo que el valenciano sí ha contribuido a la explosión creativa que define hoy las ciudades españolas: la que las salpica de iconos urbanos que funcionan como los reclamos de un incipiente turismo cultural.

La explosión creativa de las ciudades españolas las salpica de iconos urbanos que funcionan como reclamos de turismo cultural
El director del departamento de arquitectura del MOMA considera que España es el mayor éxito de la Unión Europea
España no es una escuela de arquitectura. Es un escenario. Aquí no se da un estilo uniforme, se ha dejado hacer

Es un hecho: la arquitectura contemporánea se ha convertido en una atracción turística de nueva generación para un público sediento de imágenes impactantes. Y los arquitectos dispuestos a construir un emblema contemporáneo han encontrado terreno abonado en las urbes españolas. ¿Qué empuja a empresarios y alcaldes a apoyar esta fiebre arquitectónica? Y sobre todo, ¿de dónde sale el dinero para hacerlo? Riley, que dirige el departamento de arquitectura del MOMA, considera que España es "el mayor éxito de la Unión Europea" y, viceversa, la UE, el mayor logro español. "En los últimos 20 años, el país ha llevado a cabo la más intensa renovación de sus infraestructuras desde que los romanos unificaron la Península", afirma. Y lo ha hecho con dinero europeo. "El objetivo de la UE de igualar el nivel de vida de sus ciudadanos ha convertido a España en el mayor receptor de fondos, con cerca de 110 billones de euros destinados a la construcción de aeropuertos, ferrocarriles o autopistas", apunta. Baste decir que la ampliación de Barajas, que firman el británico Richard Rogers y el madrileño Estudio Lamela, ha sido la mayor obra realizada en el continente. Pero, a pesar de esa gesta, no es el tamaño de los proyectos lo que entusiasma a Riley; fue más bien la vehemencia con que los ayuntamientos buscan redibujar sus ciudades lo que le decidió a organizar una exposición sobre lo que se está construyendo en España. Consideró que el país había superado a sus vecinos europeos en la carrera hacia una arquitectura de vanguardia.

¿Qué base tiene ese entusiasmo? En España construyen actualmente ocho premios Pritzker. Además de Moneo, el portugués Álvaro Siza levantará en Granada el edificio Zaida; Norman Foster, uno de los cuatro rascacielos que se levantarán donde estaba la ciudad deportiva del Real Madrid; la iraquí Zaha Hadid trabaja en seis proyectos españoles; los suizos Herzog & De Meuron construyen en Madrid, Tenerife y Jerez; el holandés Rem Koolhaas levantará en Córdoba un controvertido centro de congresos. También el último Pritzker, Thom Mayne, ha firmado vivienda social deconstructivista en Carabanchel. Y Frank Gehry construye en Elciego (La Rioja) un hotel para la bodega Marqués de Riscal. Representantes de esa casa definieron el trabajo de Gehry como su mejor inversión en publicidad: un presupuesto asequible para introducir sus vinos en Norteamérica. Al espectacular éxito del Guggenheim, precisamente, atribuye Riley la fiebre arquitectónica española.

"Los grandes arquitectos eligen dónde proyectan sus grandes obras", dice. Así, Jean Nouvel -autor de la ampliación del Reina Sofía, en Madrid, y de la Torre Agbar, en Barcelona- asegura que en España la predisposición de los ayuntamientos y el entusiasmo de los ciudadanos no tiene parangón. Los Reyes o los Príncipes son los encargados de inaugurar los hitos arquitectónicos que se levantan aquí. Y ese día, los edificios se convierten en el plató desde el que se emiten los informativos. Eso fue lo que ocurrió hace ocho años con el Guggenheim de Bilbao. El año pasado se repitió con el Musac de León. De modo que, aunque China sea el lugar en el que más se construye, en ningún otro país asegura Riley haber encontrado la calidad arquitectónica que se da en España.

Las raíces del despegue arquitectónico español habría que buscarlas en fechas recientes. Riley apunta la llegada de la democracia en 1975 como la primera y la inauguración del Guggenheim en 1997 como la más reciente. En medio quedarían la aprobación de la Constitución en 1978, la entrada en la Unión Europea ocho años después o los Juegos Olímpicos de 1992. Democracia y festivales. ¿Ésa es la receta? No es tan fácil. Los grandes acontecimientos urbanos culturales o deportivos son un arma de doble filo. No siempre funcionan. La ingente cúpula erigida en Londres por Richard Rogers para celebrar el cambio de milenio fue un error caro que hoy se ha desmantelado. ¿Funciona la inversión arquitectónica en las ciudades españolas? ¿Existe un estilo que permita cuajar tantos edificios distintos? España no es una escuela de arquitectura. Es un escenario. Aquí no se da un estilo uniforme. Aquí se ha dejado hacer. La nueva arquitectura española parece haber dejado atrás el regionalismo crítico que defendía una manera de construir acorde con los materiales, las tradiciones y la geografía de cada autonomía. Hoy el estilo en España es una suma de individualidades. "No creo que exista un estilo nacional", apunta Riley, "pero la reciente ola arquitectónica española sí refleja una voluntad de redefinición por parte del país". Para el comisario de esta exposición, los nuevos edificios de aire mundano y sofisticado son una proyección. La imagen de lo que España querría ser.

¿Y de verdad queremos ser así? ¿Mejora la arquitectura que nos ha llevado al Moma nuestras ciudades? Medio siglo después de que triunfara por Occidente el rascacielos como sinónimo de prosperidad, la globalización regresa a la arquitectura. Y lo hace sin un estilo concreto: como un compendio de singularidades. Así, la internacionalización de las ciudades podría conducir a su homogeneización. Gehry ha levantado en Alemania, Escocia y Los Ángeles primos hermanos del Guggenheim. Y algo parecido podría decirse de los trabajos que firman los otros Pritzker. Entre los españoles, también Zaera, Mangado o Mateo tienen un sello que hace reconocibles sus proyectos. Los madrileños Tuñón y Mansilla o el estudio Nieto y Soberano son más camaleónicos. Se mezclan con el contexto. Y las obras de Miralles-Tagliabue llevan una mezcla de la firma del arquitecto y el tacto de la tierra en la que se levantan.

La exposición del MOMA recoge, fundamentalmente, el trabajo de arquitectos españoles que hoy rondan los 50 años. En España, arquitectos jóvenes consiguen construir, y no proyectos insignificantes; como prueba la muestra, que incluye obras de autores como Zaera, Bailo y Rull, Arroyo, Ruiz-Geli o Acebo y Alonso. Además, Riley cree en la continuidad de este fenómeno y presenta 35 proyectos en construcción frente a tan sólo 18 obras levantadas en los últimos tres años. En el catálogo afirma que "la construcción española ha eclipsado el turismo como principal motor económico". Otra paradoja. A los edificios dirigidos a un turismo culto que redefinen los centros urbanos habría que contraponer los bloques dirigidos al turismo de cerveza y playa que han redibujado también buena parte de la costa mediterránea. Así, las mismas normas que apoyan la construcción de inmuebles de vanguardia no penalizan la destrucción de la costa.

Como las mejores exposiciones, la muestra aporta tantas ideas como preguntas deja en el aire: ¿qué sentido tiene construir museos sin colección o teatros sin programación?, ¿qué ocurrirá cuando España se iguale económicamente a sus socios europeos y deje de recibir dinero de Bruselas?, ¿estará todo construido?

La exposición 'On-Site: New Architecture in Spain' se podrá visitar en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) desde el 12 de febrero hasta el 1 de mayo.

El Mirador en Sanchinarro, de los holandeses MVRDV y la madrileña Blanca Lleó, ha demostrado que hasta las viviendas sociales pueden convertirse en iconos urbanos. La pregunta es si el agujero que los arquitectos reivindican como una gran azotea pública mejora la vida de los vecinos.
El Mirador en Sanchinarro, de los holandeses MVRDV y la madrileña Blanca Lleó, ha demostrado que hasta las viviendas sociales pueden convertirse en iconos urbanos. La pregunta es si el agujero que los arquitectos reivindican como una gran azotea pública mejora la vida de los vecinos.ROLAND HALBE

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