Los premios críticos
Los críticos de cine que votan los Fotogramas de Plata, conocidos y en activo, han elegido como mejor película española del año La vida secreta de las palabras, de Isabel Coixet. Coinciden en su decisión con el Círculo de Escritores Cinematográficos, que esta semana entregó sus premios anuales en una modesta ceremonia que se empeñaron en calificar pomposamente de gala, cuando no pasaba de ser un encuentro entre incondicionales, eso sí, graciosamente presentado por Assumpta Serna y José Luis Gil, y con discursos de agradecimiento sorprendentemente breves, incluidos los de López Vázquez y Joaquín Jordá, ambos premios de honor.
Se hace extraño que al acto no asistieran los críticos más conocidos de la prensa escrita. Es una paradoja que este Círculo de Escritores Cinematográficos, que tiene ya 60 años de vida, no haya atraído hasta el momento a la mayoría de los críticos de más renombre, que prefieren no incluirse en esta organización. Puede que España sea el único país europeo donde los críticos-escritores no están agrupados, a excepción de los catalanes, que forman ya parte de la federación internacional. De estar unidos los críticos, sus premios podrían ser algo así como los Globos de Oro... Pero éstos de los escritores del Círculo son un quiero y no puedo, un recorrido de poco alcance.
Sea como fuere, no parece que unos y otros hayan tenido que devanarse los sesos ante la producción media del cine español de este año, que ha sido más prolífico en declaraciones y polémicas que en buenas películas. Baste recordar aquella protesta de la autocalificada asamblea de cine español poniendo verde al Gobierno, y el precipitado anuncio de un congreso catártico que la ministra Carmen Calvo improvisó en el festival de San Sebastián, en la confianza de que los profesionales fueran a organizarlo, que eso es lo suyo. Y seguramente lo acabarán haciendo.
A los del cine les gustan las reivindicaciones. Mucho ha llovido desde aquel primer Congreso Democrático del Cine Español de los últimos setenta que acabó con las leyes de la Dictadura y donde se argumentó lo que luego acabaría convertido en Ley. Allí sí hubo un afán realmente purificador... y catártico.
Pocas sorpresas caben, pues, en los premios Goya de pasado mañana: las buenas películas nominadas son las que son, y bien elegidas están, aunque a uno le parezca que algunas -15 días contigo, por ejemplo- hubieran merecido mayores oportunidades. Puede haber sorpresas en la gala misma, que dirige esta vez Fernando Méndez Leite. De momento no se han hecho anuncios ampulosos sobre las maravillas que van a verse el domingo. Inhabitual discreción, muy de agradecer. Si además el resultado es ameno, simpático, rapidito y sin agradecimientos soporíferos, mejor que mejor.
Una pena que los premios Yo-Ga, que unos críticos catalanes conceden a lo peorcito de cada año, no lleguen hasta el próximo lunes. El contraste hubiera tenido su oportunidad. Y su pizca de buen humor.
Babelia
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