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El Gobierno propone trasladar a todo un pueblo por el ruido de Barajas

Los 300 vecinos de Belvis aún no han sido avisados de que deben dejar sus casas

Belvis del Jarama está en peligro de extinción. El Ministerio de Medio Ambiente y la empresa pública que gestiona los aeropuertos (AENA) han decidido proponer -aún no lo han hecho- a los 300 vecinos de esta pedanía de Paracuellos del Jarama el traslado de sus casas por el "ruido insoportable" que a partir del 5 de febrero producirá la nueva pista de Barajas. El ministerio aislará las casas de los vecinos que no se vayan, pero el director general de Calidad Ambiental, Jaime Alejandre, avisa de que "no es una solución" ante la intensidad del ruido.

Belvis se encuentra justo entre las rutas de entrada y de salida de la ampliación del aeropuerto y aunque la obra lleva años de tramitación el Gobierno no ha solucionado el problema. El ruido superará los 70 decibelios, más de lo permitido, 24 horas al día.

Los aviones parecen al alcance de la mano. Belvis, un pueblo blanco, de casas bajas, fundado hace 50 años, ve pasar junto a los tejados un avión cada minuto. Aterrizan o despegan de Barajas. Se ve la matrícula, las ventanillas y el tren de aterrizaje. Los aviones hacen tanto ruido que, según los vecinos afectados, por las noches los niños se despiertan, las vajillas tiemblan y la televisión parece que enmudece cada vez que un carguero surca el cielo. Aunque la situación es de pesadilla, como en todas las buenas pesadillas, empeorará. La apertura de la quinta pista del aeropuerto de Barajas, prevista para el 5 de febrero, hará del pueblo un lugar "con un ruido insoportable", según Alejandre.El Gobierno asegura que ha intentado buscar "las rutas aéreas que permitan disminuir las afecciones, pero Belvis del Jarama tiene una afección imposible de solucionar".Alejandre insiste en que la construcción de un gran aeropuerto en una gran ciudad siempre genera problemas. Afirma que, en una decisión pionera en España, a los vecinos "se les ofrecerá la reubicación". A los que no la acepten, el ministerio les ofrecerá aislar las casas, "aunque no es suficiente", según Alejandre. La solución llega tras años de obras y a sólo semanas de que abra la nueva pista. El Gobierno afirma que el anterior Ejecutivo ni siquiera recibía a los afectados y que no habrá problema de dinero para el traslado.

El pueblo se encuentra prácticamente en la cabecera de la pista, encajado entre las nuevas rutas de entrada y de salida. La declaración de impacto ambienta, de diciembre de 2001, ya advertía de que Belvis del Jarama sufriría "niveles de ruido superiores a los 80 decibelios de día y 70 decibelios de noche".

Una calle ruidosa o el interior del metro tienen niveles de 80 decibelios. La ley impide que el ruido supere los 65 decibelios durante el día o los 45 por la noche, según el abogado experto en ruido Andrés Morey, que añade que habrá que indemnizar a los vecinos.

Los vecinos de esta pedanía de Paracuellos, que aún ignoran la propuesta, afirman que difícilmente se irán. Así lo explica María Carmen Ramos, la alcaldesa pedánea de Belvis (IU). "Lo primero que queremos es que cierren la pista por la noche, que los aviones no se salgan de sus rutas y que aíslen las casas. Con esas condiciones podríamos quedarnos. El realojo es la última opción".

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El alcalde de Paracuellos, Fernando Zurita (PP), afirma que el traslado del pueblo le parece "una buena opción". "Con la nueva pista, la vida se va a hacer insoportable. Aunque insonoricen las casas, es imposible vivir con las ventanas cerradas".

"Tiemblan las ventanas"

Luis Acuña se acoda en la barra de uno de los dos bares de Belvis. El local está semivacío. Sólo se oye una máquina tragaperras. Por la ventana cruzan los aviones con el tren de aterrizaje aún fuera. "Por el día se lleva bien, pero por la noche tiemblan las ventanas y los vasos y hay que poner la televisión al máximo", explica este albañil de 45 años. Y añade con cierta sorna: "Esto no es nada comparado con lo que vendrá con la nueva pista".

Pese a todo, Acuña no quiere irse: "Aquí tenemos casas grandes, con patio, los vecinos nos conocemos y, salvo por los aviones, el pueblo es muy tranquilo". Belvis se encuentra a cinco kilómetros al noreste de Madrid.

La Organización Mundial de la Salud relaciona el exceso de ruido con problemas mentales, hipertensión o problemas cardíacos.

Los niños lo llevan peor. María del Carmen Moratalla tiene un niño de cuatro años y una hija de uno. "Últimamente el mayor se duerme por el día. No duerme bien porque se asusta con los aviones".

Todos los vecinos del pueblo conocen el carguero de las 00.20 que atrona el pueblo a diario dejando un peculiar olor a queroseno en el aire. El ruido es mayor cuando los aviones despegan porque tienen que apurar los motores para remontar.

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