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Columna
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Lengua bífida

La aprobación del nuevo estatut catalán va a tener numerosos efectos colaterales, entre ellos también algunos al sur del Principado. Chaves y Rubalcaba han coincidido en señalar que el modelo pactado es extensible a todas las comunidades autónomas (excepto Euskadi y Navarra) mediante un acuerdo en el Consejo de Política Fiscal y Financiera. Una valoración similar ha hecho Izquierda Unida, que ha calificado el pacto como "generalizable y federalizante". De forma que todas las comunidades autónomas, y entre ellas obviamente la valenciana, van a tener la posibilidad de aplicar el nuevo modelo.

La cesión del IVA, que aumenta hasta un 50%, favorece directamente a las comunidades con más población y con más dinamismo económico. Por lo que los expertos señalan que el nuevo modelo de financiación beneficia especialmente a la Comunidad Valenciana, a Madrid; a Andalucía y a la propia Cataluña. A partir de esa realidad, cabe preguntarse por un lado si el PSOE sabrá hacer pedagogía política sobre lo que financieramente suponen los acuerdos; y por otro, durante cuánto tiempo el PP mantendrá su oposición visceral al nuevo pacto autonómico.

De momento el primer efecto colateral se ha producido en las filas del PP catalán. El presidente del PP en Cataluña, Josep Piqué, no ha tardado en resituarse y ayer se distanciaba de la postura oficial de su partido al afirmar que el futuro Estatuto coincide con algunas de sus tesis. De igual forma, el líder popular en el Parlamento catalán, Francesc Vendrell, ha asegurado que "se pueden acercar posiciones". Un enfoque ligeramente diferente al de la huraña pareja -Acebes & Zaplana- que continuaban con su amable discurso de la traición y de la inconstitucionalidad.

En esta situación, la única estrategia que el PP valenciano sabe desarrollar es la demagogia anticatalanista. Lo demostraron el domingo Serafín Castellano y Esteban González, que se han convertido en la lengua bífida de Francisco Camps. Sus patrióticas declaraciones, a propósito de la propuesta de Joan Ignasi Pla de mantener la referencia al valenciano en los mismos términos que en el vigente estatuto, recuerdan los peores tiempos de la batalla de Valencia. Y es que en el tema financiero poco es el recorrido opositor que le queda al PP. Porque en aplicación de la doctrina que subyace a la llamada cláusula Camps - por otra parte innecesaria- lo único que le corresponde hacer al president de la Generalitat Valenciana es pedir en el Consejo de Política Fiscal y Financiera la aplicación aquí de los mismos porcentajes que en Cataluña.

Por lo demás, la propuesta de Pla de rebajar el listón electoral al 3% tiene poca discusión democrática. ¿Con qué argumentos se lamina a las minorías? A Pla le ha costado cambiar su posición inicial porque al PSOE nunca le venían mal unos cuantos votos útiles de simpatizantes del Bloc. Sin embargo, no se entienden tantas cautelas por parte de Esquerra Unida para quien la rebaja sería un balón de oxígeno.

El PP solo tiene una razón -pragmática- para oponerse a la rebaja del listón electoral, que es el temor a que Unión Valenciana o Coalición Valenciana obtengan a su costa representación parlamentaria. Sin embargo, se da la paradoja de que sin más política que el victimismo anticatalanista, Camps no hace sino alimentar el discurso de ambas formaciones.

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