_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Himnos

Poco sé de la reforma del Estatuto de Autonomía andaluz, proceso público casi secreto: representantes de los partidos trabajan en el Parlamento para proponer el nuevo Estatuto reformado, pero poco se sabe de lo que hablan, de qué quieren cambiar exactamente. Enclaustrados en sus partidos, hablarán de esas cosas en los comités. El otro día el PA se fue de la reunión parlamentaria. No quiere el PA que Andalucía sea menos que Cataluña, una nación, y lo siguió el PP, que no quiere nación, y se opone incluso a sí mismo. Participa en las reuniones para reformar, pero no cree necesario reformar. Se va de la reunión reformadora, pero dice que no se va, siempre impreciso, poco concreto, en Andalucía.

Andalucía, dice el PA, no será menos que Cataluña. Existe una fijación catalana en Andalucía, como en otros sitios de España, incesante. El PSOE necesitó para gobernar España en 1993 el apoyo de los nacionalistas catalanes, como lo necesitó Aznar en 1996, y siempre la oposición, de derechas o izquierdas, ha atacado el flanco catalán, acusando al rival de romper la equitativa España en beneficio de los catalanes. Nadie se acuerda de las comunidades forales, las excepciones fiscales vasco-navarras, pero la fijación catalana es persistente, el tópico catalán, la lengua extranjera, Cataluña. Poco de lo que hoy es España sale en Dante y su Divina Comedia, pero "Cataluña y su pobreza avara" ya aparecían en el Paraíso, como Sevilla y Ceuta en el Infierno, a ambos lados de Gibraltar, límite del mundo.

Creo que la incomodidad catalana provocó el Estado de las Autonomías, porque la manera de disolver el problema catalán fue aplicar su excepción a todos, convirtiendo en regla la excepción. Para defender un solo himno y una sola bandera, se institucionalizaron 19 himnos y 19 banderas españolas más. Y es lo que dice el PA: Andalucía no puede ser menos que Cataluña. Se trata de una cuestión pasional, de amor propio, de agravio y privilegio, de política sentimental, una ola de patriotismos, cuando la Federación Internacional de Fútbol estudia eliminar los himnos en los partidos entre selecciones, causa de desórdenes públicos y afrentas al orgullo nacional de los contendientes.

Algún eco encontrará el entusiasmo de los agraviados, porque Cataluña les fastidia a muchos. Se aliarán PA y PP en sus recelos patrióticos. No sé exactamente lo que se está reformando en el Estatuto andaluz, pero me inquieta la seguridad con que hacen números los socialistas, que tienen aquí, contando sólo con IU, votos suficientes para pasar los trámites y llegar al referéndum. Pero el Estatuto será ley básica, para todos, sea cual sea mañana el partido gobernante, por encima de las leyes que se ocupan de ordenar las cosas en cada momento, y, por otra parte, el PSOE e IU deberían pensar en el último referéndum, el de la Constitución europea. Entonces el PP defendía recelosamente el voto positivo, y, aunque PP y PSOE parecían estar de acuerdo (IU votaba en contra), sólo cuatro de cada diez andaluces votaron. ¿Cuántos votarían en un referéndum estatutario ahora mismo si el PP y el PA activamente se abstuvieran?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_