Alí Agca sale de la cárcel 25 años después del atentado contra el papa Juan Pablo II
Polémica en Turquía por la liberación del preso, condenado también por matar a un periodista
Alí Agca, el hombre que el 13 de mayo de 1981 disparó al papa Juan Pablo II en la plaza de San Pedro de Roma, ya está libre. Tenía 23 años cuando entró en una cárcel italiana, y suma 48 al recuperar la libertad por decisión de un tribunal turco. Su imagen saliendo de prisión en camisa azul y tejanos ha sacudido Turquía: algunos ultraderechistas lo arroparon ayer en Estambul, donde cumplía condena, pero se han alzado muchas voces de protesta que exigen su reingreso en prisión. El Gobierno ha anunciado que apelará.
Las heridas del pasado provocadas por los desmanes de los Lobos Grises, organización extremista a la que pertenecía Agca, parecen lejos de cicatrizar. Su liberación se ha materializado en medio del Kurban Bayram (fiesta del sacrificio), importantísima en el mundo musulmán, un equivalente a las navidades en el cristiano. Era por tanto el momento ideal para que la medida pasara lo más inadvertida posible, pero el temblor ha sacudido igualmente el país: políticos, familiares de víctimas y periódicos han reaccionado con indignación.
Mientras, la ultraderecha ha recibido con vítores a su misterioso héroe, que se mueve en un turbio y pantanoso terreno por el que transcurren la Mafia, el ultranacionalismo, la xenofobia y paradójicamente los servicios secretos de los antiguos países soviéticos, a los que algunas investigaciones recientes ven detrás del atentado contra Juan Pablo II. La mayoría de incógnitas sobre el personaje y sus móviles sigue sin resolverse.
También han protestado muchos ciudadanos sin responsabilidad política alguna: "La gente de la Mafia siempre sale adelante, pero si vuelve a matar debería quedarse en la cárcel para siempre", opinaba ayer con indisimulada indignación Salmon Çoçel, de 42 años, que paseaba en los alrededores de la plaza de Kizilay, en el centro de Ankara.
Las fiestas y el intenso frío -a mediodía, cercano a los cero grados- convertían casi en anodinas las habitualmente bulliciosas calles que rodean esta plaza de la capital turca, pero los hombres que paseaban o charlaban en círculo junto a la fuente tenían muy presente la liberación de su compatriota. Y nadie la aprobaba.
La condena a Agca por atentar contra el jefe de la Iglesia católica venció con el indulto que en 2000 le concedieron las autoridades italianas. Los portavoces vaticanos han evitado ahora evaluar su excarcelación, esgrimiendo que se trata de una decisión judicial. En julio de 2000, el terrorista fue extraditado a Turquía y desde entonces ha cumplido condena por asuntos estrictamente nacionales, por otros actos violentos en su pasado como militante de los Lobos Grises. El más importante, el asesinato, en 1979, de Abdi Ipekci, director del diario izquierdista Milliyet.
Nukhed Ipekci, hija del periodista asesinado, es una de las voces que se han alzado contra la liberación de Agca. En un artículo publicado en la primera página de Milliyet, Nukhed expresa rabia por lo sucedido: "Agca no sólo es el asesino de mi padre; lo veo como nuestro asesino nacional". Y añade: "Es la persona que ha puesto juntas las palabras asesino y turco".
El líder de la oposición, Deniz Baykal, mostró su incredulidad por la liberación de Agca, que fue sentenciado a cadena perpetua. La legislación turca prevé para este caso un máximo de 36 años de cárcel, pero varias excepciones -como la de buena conducta- permiten rebajar esta cifra, de lo que se ha beneficiado el famoso ex recluso. A juicio de Baykal, la liberación es un "serio" problema para el país, del que responsabilizó al Ejecutivo socialdemócrata que gobernó antes del triunfo de los islamistas moderados.
Hikmet Sami Turk, responsable de las reformas legales que en teoría amparan la excarcelación, manifestó sus dudas de que la medida se ajuste efectivamente a la ley. Por su parte, el ministro de Justicia, Cemil Cicek, ha anunciado que el Gobierno apelará la decisión del tribunal.
"Alí Agca tiene que quedarse en la cárcel muchos años porque puede volver a matar en cualquier momento; es peligrosísimo", cuenta con indignación Gülseven Hacioglu, de 49 años, mientras se protege del gélido viento que castiga la capital turca. "Nos guste o no, la justicia lo ha decidido, y el derecho debe ser el mayor puntal", tercia Mustafá, de 38 años.
Alí Agca salió raudo de la cárcel: le esperaban su hermano Adnan y su abogado, Mustafá Demir; entró en el coche y se marcharon a toda prisa. Algunos incondicionales le lanzaron flores, informa Efe. Le esperaba el Ejército, con el que todavía tiene pendiente el servicio militar, aunque anoche se consideraba muy improbable que llegara a cumplirlo.
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