Pérez Azaústre traza una novela de "intriga metaliteraria"
El autor de El gran Gastby, Scott Fitzgerald, no murió en 1940 en Hollywood, sino en 1992, de forma clandestina y con casi 100 años. En torno a esta hipótesis se construye El gran Felton (Seix Barral), la última novela de Joaquín Pérez Azaústre (Córdoba, 1976) que ha querido mantener esta mentira a lo largo de 450 páginas. "Para mí es completamente cierto, y por eso lo he escrito", ironizó ayer en Madrid el también poeta, a quien acompañó el escritor José Manuel Caballero Bonald. "Los personajes se van encontrando y forman parte de un mundo que está a caballo entre la realidad y la ficción, porque la imaginación necesita siempre un contrapunto real".
Caballero Bonald no tuvo más que grandes elogios para El gran Felton: "Hacía mucho que no encontraba una novela como ésta, por su estilo y por su singularidad temática. Toda ella es una excepción. La historia que se cuenta queda supeditada a cómo se cuenta. El protagonista real es la literatura, el oficio de escribir y el trabajo de la creación que se confunde con la vida. Se trata, sin duda, de todo un juego literario".
Repite Felton
Pérez Azaústre precisó más: "Tiene un ritmo que no es de thriller, pero sí que apunta a la novela policiaca, y el enigma he querido que fuera literario porque creo que la literatura puede sacar pasiones tan furibundas como otro tipo de cosas". Al cordobés, ganador del Adonais con Una interpretación, le cabrea que se relacione la metaliteratura con "un escritor aburrido que está en su casa devorando libros". "Es la crítica más fácil que se puede hacer, cuando la literatura es un intensificador de la vida, es hija de la vida". E incluso aseguró que este género es más vital que la literatura que hizo en los noventa la llamada generación X.
De nuevo recurre a Felton -un personaje apócrifo de la generación perdida americana que acecha a Hemingway, Zelda y Scott Fitzgerald-, que ya protagonizó algún relato de su libro Carta a Isadora y América, el libro que le valió una mención especial del jurado del Premio Biblioteca Breve. "En América Felton era un joven que llega en los años veinte a Nueva York y luego a París dispuesto a comerse el mundo; y El gran Felton se ambienta en un bar librería de Madrid a finales de los noventa".
"La primera la escribí desde la admiración a los escritores de la generación perdida, y esta fascinación ahora se ha convertido en material de derribo, de ironía y desencanto", comparó. "Porque la primera era básicamente una novela de atmósfera y de lenguaje, una fiesta continuada que se podía leer a pie de barra. Y ésta, que es metaliteraria y de intriga, tiene una atmósfera más reflexiva y repartida en pequeñas dosis".
"Espero que Felton no me acompañe más, ha cumplido un ciclo. Quizás lo haga el detective Bruno, pero para investigar otro tipo de enigmas", dijo el escritor.
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