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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un policiaco estruendoso

Tiene El imperio de los lobos un arranque esplendoroso y una galería de personajes desconcertantes, desde la aparentemente normal Anna (Arly Jover), que no es quien cree ser, hasta ese policía protofascista, Schiffer, especialista en asuntos turcos, a quien el siempre eficaz Jean Reno presta sus rasgos duros, violentísimos. En el filme vemos que ocurren cosas que no parece tener demasiada conexión entre sí, historias que parecen superponerse y que llaman poderosamente la atención aunque, eso sí, con una puesta en escena que apunta ya peligrosas tendencias hacia el estruendo y la exageración, que en la segunda parte, ya decididamente en caída libre, confirman a peor.

O, dicho de otra manera, que tras una primera parte más que interesante, la peripecia se convierte en una especie de remedo de ese infausto filme criminal francés que, a estas alturas, parece ya un lamentable modelo a emular: Los ríos de color púrpura, con el que El imperio de los lobos guarda más de un parecido razonable, no en vano éste se basa también en una novela de Jean-Christophe Grangé, que también va de crímenes y de sectas secretas que pretenden subvertir la sociedad.

EL IMPERIO DE LOS LOBOS

Dirección: Chris Nahon. Intérpretes: Jean Reno, Arly Jover, Jocelyn Quivrin, Laura Morante. Género: policiaco, Francia, 2005. Duración: 130 minutos.

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Jean Reno, ante su papel menos respetable

Convertido pronto en una interminable persecución entre policías, miembros de una banda de ultraderecha nacionalista turca, los lobos grises, en pos de una misteriosa mujer que oculta más de un secreto, el filme mantiene un pulso narrativo trepidante, bien que excesivamente grandilocuente y, a la postre, huero. Claro que si se aguanta hasta ese final un tanto de opereta, en el cual se cierran a la brava las varias líneas de trabajo que el guión ha ordenado hasta el momento, el amante de este tipo de productos podrá tener alguna compensación. Y también el interesado en, digamos, aspectos sociológicos anexos al cine: el hecho de que los malos malísimos de la función, amén de algún que otro policía corrupto, sean turcos ¿no permite leer la película a la luz de ese nuevo/viejo racismo anti-turco que parece recorrer en estos días la sociedad francesa?

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