El líder cocalero se compromete a no confiscar los bienes de las petroleras
Morales asegura que luchará contra el narcotráfico, pero sin tener que erradicar los cultivos
El líder indígena Evo Morales, que el próximo 22 de enero asumirá el cargo de presidente de Bolivia, ha basado su campaña en dos propuestas clave: la convocatoria, el año próximo, de una Asamblea Constituyente que le permita "refundar el país" y "eliminar de un sopapo el neoliberalismo", y nacionalizar todos los recursos naturales, y más concretamente los yacimientos de gas y petróleo que ahora explotan transnacionales. Morales reiteró ayer que no se trata de "confiscar ni expropiar" los bienes de las empresas petroleras, sino de que el Estado tenga el control de toda la cadena productiva.
Los dirigentes del Movimiento al Socialismo (MAS) no han dejado claro, sin embargo, qué entienden por nacionalización de los recursos naturales y cómo van a articularla. Hasta ahora, las petroleras, entre ellas la española Repsol, la francesa Total, la brasileña Petrobras y la British Petroleum, buscaban, explotaban y comercializaban los hidrocarburos y pagaban impuestos y regalías al Estado boliviano. Una ley impulsada por Evo Morales en el Congreso y aprobada el pasado mayo por el Gobierno anterior elevó unilateralmente las tasas hasta el 50%. Ahora, lo que pretende el MAS es que el Estado sea el que comercialice los hidrocarburos, y que las compañías extranjeras se limiten a las tareas de prospección y extracción a cambio de un pago por servicio. Algo que, según los expertos, resultaría inviable para las petroleras, dadas las altas inversiones que requiere esa tarea. Algunas empresas, como Repsol, ya han expresado su deseo de negociar con el nuevo Gobierno.
El líder indigenista aludió ayer a otra materia prima conflictiva: la hoja de coca, un cultivo que ha convertido a Bolivia en el mayor proveedor de los fabricantes de cocaína. Morales dijo que piensa luchar contra el narcotráfico, tal y como consta en su programa, pero que tampoco va a erradicar los cultivos. Bolivia ha llegado con Estados Unidos a un acuerdo para limitar la producción de la hoja de coca para el consumo tradicional. Este año, Washington otorgó 91 millones de dólares (75,7 millones de euros) a cambio de la destrucción de los cultivos ilegales, que, sin embargo, aumentaron en 10.000 hectáreas. Hasta ahora Evo ha defendido la completa despenalización del cultivo de la hoja, tal y como exigen las poderosas federaciones cocaleras, de las que Evo sigue siendo secretario general. Ayer, sin embargo, no entró en detalles.
Dos temas más acaparan la agenda del futuro Gobierno: la convocatoria de una Asamblea Constituyente y el proceso de autonomías. El MAS pretende "refundar el país" con "todas las poblaciones originarias y con todos los sectores sociales".
"Estado Nacional Digno"
Se trata de "enterrar el neoliberalismo" y diseñar el nuevo "Estado Nacional Digno, Comunitario y Productivo". Pero no va más a fondo. El proyecto de la Constituyente es compartido por todos los partidos, que desean una reforma política, pero no hay acuerdo sobre su integración ni sobre su alcance.
Respecto a las autonomías, el MAS apoya la descentralización para que los departamentos "gestionen localmente su desarrollo", algo que va a resultar insuficiente para las regiones orientales, que son el motor económico de Bolivia y que exigen un grado de autogestión política y financiera mayor, siguiendo el modelo español. La cruzada autonomista, encabezada por el departamento de Santa Cruz, ha cosechado su primer gran logro con la elección de los prefectos (gobernadores). El Oriente del país, adalid de la economía de mercado, lo ha dejado claro: no está dispuesto a tolerar experimentos estatistas que pongan en fuga la inversión extranjera y arruinen su desarrollo.
El MAS, y en concreto el vicepresidente electo, el sociólogo Álvaro García Linera, ha tratado de mostrarse tranquilizador: no van a echar a nadie a patadas, no van a extorsionar a los empresarios, ni a confiscar bienes.
Pero lo que más inquietud despierta es la imprecisión de su programa económico. En el aire está, por ejemplo, la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, del que depende en buena parte la industria exportadora boliviana. Dado el visceral discurso antiestadounidense de Evo Morales, es de suponer que Bolivia se excluirá del proceso en el que se ha embarcado la zona andina. Perú acaba de firmar el TLC y Colombia y Ecuador trabajan en ello. García Linera se ha limitado a expresar el respaldo a las empresas exportadoras. Habrá que esperar, pues, a que el nuevo Gobierno esté en marcha.
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