"La ironía es la única manera de tratar los temas serios"
El trabajo del fotógrafo británico Martin Parr (Epson, Surrey, 1952), miembro de la agencia Magnum desde 1994, se sitúa en un territorio fronterizo. A medio camino entre el artista y el sociólogo, Parr indaga en el entorno cotidiano para analizar las constantes, las miserias y las contradicciones de la sociedad globalizada. "Muchos fotógrafos escogen temas como la guerra o las catástrofes naturales porque creen que los grandes problemas del mundo actual son externos. Yo creo que el gran problema del mundo occidental somos nosotros. Por eso mi gran tema es el modo de vida de la clase media en el mundo occidental", explica Parr.
Su personal modo de entender el reportaje fotográfico ha redefinido el género y le ha convertido en un referente para las nuevas generaciones. Parr, que hace unos días pronunció una conferencia en Barcelona, se considera ante todo un fotógrafo, y tiene una receta de engañosa simplicidad para abrirse camino en el medio: "Las cualidades de un buen fotógrafo son la pasión y la constancia".
"Mi gran tema es el modo de vida de la clase media en el mundo occidental"
En él, la pasión por la fotografía se remonta a la infancia: se la contagió su abuelo, George Parr. Tras su paso por la escuela politécnica de Manchester, decidió centrar su trabajo en la vida de la clase media británica y con el tiempo, en la de todo el mundo occidental. "La clase media es igual en todas partes", concluye. Amas de casa en bata, salones decorados con estridencia y dudoso gusto, aparatosos concursos infantiles de belleza, reuniones de amigos de impostado refinamiento, han sido el blanco de su cámara.
La invasión del teléfono móvil en todos los ámbitos de la vida pública y privada, las dificultades para encontrar aparcamiento como una de las constantes del mundo globalizado -Parr ha desarrollado el tema en 28 países para dar forma a una serie todavía en marcha- y el turismo de masas, al que ha dedicado varios libros y tiene otro en preparación, son algunas de las líneas que han concitado su interés en los últimos tiempos. Editor y comisario de exposiciones, el Museo Nacional Reina Sofía de Madrid le dedicó el año pasado una completa antológica, y una parte de su serie sobre aparcamientos se vio este año en PHotoEspaña.
A principios de los años ochenta, Parr abandonó el blanco y negro de sus primeros trabajos y nunca ha vuelto a utilizarlo. "Mi fotografía ha ido cambiando con los años porque el mundo también lo ha hecho. El color sintoniza mucho mejor con el mundo real", afirma. Lo que no ha cambiado es el humor británico que impregna todos sus trabajos y dulcifica su incisiva mirada sobre el entorno. "No es humor, es ironía, y es la única manera de tratar los temas serios", puntualiza. En cualquier caso, asegura no haberse preocupado nunca por la recepción de sus imágenes. "Hago las fotos que quiero e imagino que alguna gente puede sentirse molesta por ellas, pero eso me da igual".
Las imágenes de Parr se han visto en los más diferentes formatos, en publicaciones diversas, numerosos libros, exposiciones y soportes publicitarios. Pero el autor, que actualmente imparte clases de fotografía en Inglaterra, considera que el soporte ideal para su trabajo es el libro. De hecho, Parr es un coleccionista "compulsivo" de todo tipo de libros de fotografía. Tiene miles de ellos adquiridos en todo el mundo y es capaz de gastarse auténticas fortunas en un ejemplar. "Tengo algunos de 25.000 dólares", confiesa, y entre los más apreciados de su colección destaca 60 fotos (1930), de Laszlo Moholy-Nagy, y Pro Eto (1923), de Rodchenko, sobre poemas de Vladimir Maiakovski. Es coautor, junto a Gerry Badger, de una historia de la fotografía contada a través de los libros: The photobook: a history. Y sobre libros de fotografía versó su conferencia en Barcelona, ciudad en la que, por supuesto, amplió su colección particular. Con un escueto y sincero "lo siento, tengo que ir de compras", dio por finalizada la entrevista.
Babelia
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