El 'Quijote', un hito en la difusión del hábito de leer
El historiador francés Roger Chartier subraya en Kosmopolis la 'modernidad' de Cervantes
Roger Chartier, un historiador de referencia en las investigaciones sobre la lectura, asegura que el Quijote tuvo un papel muy destacado en la propagación entre las clases populares del hábito de leer. "En palabras del hispanista Francisco Rico, esta novela se escribió con la prosa doméstica de la vida; de ahí su éxito", explica. Chartier intervino ayer en la clausura de Kosmopolis, el encuentro literario del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB).
Juan Marsé critica a los que se obstinan en buscar simbolismos donde no los hay
El ensayo clásico de Jorge Luis Borges 'Magias parciales del Quijote', incluido en el libro Otras inquisiciones, fue el punto de partida elegido ayer por el historiador francés Roger Chartier para empezar su conferencia sobre las revoluciones que han transformado la lectura desde el siglo XVII hasta nuestros días.
Chartier, que intervino por la tarde en la clausura de Kosmopolis, habló previamente con este diario sobre el destacadísimo papel que tuvo la obra maestra de Cervantes en la difusión masiva del hábito de leer. "Borges decía que Cervantes había trasladado lo poético desde las vastas geografías de la novela pastoril hacia los mesones y los polvorientos caminos de Castilla. Parte de la importancia del libro radica, precisamente, en esta apropiación de lo cotidiano", dice el historiador, y añade: "Otra de las aportaciones que destaca Borges es el juego narrativo que aparece en la segunda parte de la novela. Allí, algunos de sus personajes discuten sobre la versión apócrifa de Avellaneda y se refieren también a la primera entrega. Esta escena es muy novedosa y produce inquietud en el lector, porque rompe las fronteras entre la realidad y la ficción".
El mencionado episodio es, a su juicio, un hito en las "mutaciones de la lectura". "Las experiencias que aparecen en el Quijote son las propias de lo cotidiano. Pero, además, en ese capítulo, el escritor proyecta al lector dentro del texto y viceversa. La popularidad del libro se demuestra con las adaptaciones teatrales que tuvo tempranamente. Sin duda, el Quijote crea al lector moderno".
Poco a poco, la lectura se iba adentrando en senderos inéditos. Otro ejemplo: Diderot escribió en 1762 un emotivo elogio al desaparecido novelista británico Samuel Richardson (1689-1761). "Diderot se estremece en el texto, lanza imprecaciones, grita... Describe una lectura somática en la que participa todo su cuerpo de las obras de Richardson. En el siglo XVIII ya hay una revolución clara en el hábito de leer". Y así, hasta llegar a la actualidad con el auge de las nuevas tecnologías. "El Siglo de Oro español es muy importante en la difusión de la lectura, gracias al éxito de los pliegos sueltos, un soporte barato con romances y relaciones de sucesos extraordinarios. En España los vendían los buhoneros ciegos y se leían públicamente en voz alta. También son muy populares en Francia e Inglaterra a partir de la segunda mitad del siglo XVI". Esta costumbre de leer en voz alta, de compartir con otros la experiencia de la lectura, se ha perdido con el tiempo. "Leer se fue convirtiendo en un hábito privado, hogareño. La lectura virtual permite el diálogo, pero los lectores no comparten el mismo espacio. Las bibliotecas podrían llenar este vacío de sociabilidad. No creo que las nuevas tecnologías sean una amenaza para el libro tradicional a medio plazo. El libro es un objeto intelectual y estético. La lectura virtual es siempre fragmentaria; sólo el libro permite comprobar la totalidad de la obra".
Otro de los actos destacados de la clausura de Kosmopolis lo protagonizó el escritor Juan Marsé, quien conversó sobre sus novelas con Lluís Izquierdo, catedrático de Filología Hispánica en la Universidad de Barcelona. Marsé desveló las influencias que le sirvieron para escribir Últimas tardes con Teresa, que está a punto de cumplir 40 años. Citó, entre otras fuentes de inspiración, la narrativa francesa del siglo XIX y El gran Gatsby, de Francis Scott Fitzgerald. Tampoco fue ajena a su escritura la época que pasó en París. "La novela trata sobre el desfase entre la apariencia y la realidad. Cuando viví en París, por el año 1961, estaba vinculado al partido comunista. En estos círculos surgían rumores infundados sobre España. Se decía que el franquismo acabaría pronto o que estaba al caer una huelga general... Eran deseos provocados por un romanticismo ideológico sin base alguna. Dejé el colegio a los 13 años para entrar a trabajar en un taller de joyería. Conocía bien el mundo obrero y sabía que no era nada revolucionario", rememoró Marsé, quien no escatimó alguna pulla mordaz dedicada a Baltasar Porcel, Francisco Umbral, Camilo José Cela, Rosa Regàs y a los críticos que se obstinan en buscar simbolismos donde no los hay. Asimismo, se refirió a "la mala suerte" que han tenido sus obras en la gran pantalla. "No me gustan las adaptaciones cinematográficas que se han hecho de mis novelas. Los directores españoles hacen versiones muy respetuosas con el texto original. Eso es un error, porque el cine tiene su propio lenguaje".
Tras tres días de fiesta literaria, el director del CCCB, Josep Ramoneda, considera que esta edición especial y compacta de Kosmopolis -celebrada con motivo del Año del Libro- ha sido un éxito tanto "de público como conceptual": "La cita está consolidada. En las ediciones pasadas, la programación tenía un gran atractivo por el reclamo de estrellas mediáticas como Vargas Llosa o Kapuscinski. A pesar de la modestia de esta entrega excepcional, la gente ha respondido muy bien. Kosmopolis empieza a ser una marca de calidad que funciona sola", concluyó.
Babelia
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