Tradición dulce

Se acercan las navidades, y con ellas la posibilidad, largamente anunciada, de degustar un dulce natural novedoso en nuestro país, el Tostado de Costeira, empeño personal de Tito Levoso, el gerente sin miedo de la Cooperativa do Ribeiro. Una novedad que rescata la tradición de los blancos añejos y dulces gallegos elaborados en las casas hidalgas, y que se servían en ocasiones solemnes, como la visita del señor canónigo, o para que recuperasen fuerzas las parturientas.

Se trata de un blanco elaborado artesanalmente a partir de uvas de treixadura pasificadas durante medio año bajo cubierta, al estilo de los vinsantos italianos o los vinos de paja europeos. Proceso artesanal y delicado que exige cerca de 15 kilos de uva para obtener un litro de vino. Tras la lenta (varios meses) fermentación del mosto, denso y muy rico en azúcares, y posterior crianza en roble, el vino se afina en botella para alcanzar un buqué atractivo con tonos dulces a confitura de fruta carnosa, orejones, pétalos de rosa y notas especiadas, elegantes.

En boca resalta la unión entre acidez y suavidad, con un buen apoyo alcohólico. Es sabroso y aterciopelado, con un ataque decidido y buena persistencia, aunque sin la fuerza y la presencia prodigiosa de los grandes. Pero todo se andará.