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Crítica:CRÍTICAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Fantasma de alquiler

Javier Ocaña

Poco a poco, la estadounidense Reese Witherspoon se está acomodando cada vez mejor en el trono de la comedia romántica de tonos blancos parcheados de rosa procedente de Hollywood. Perdida de momento Meg Ryan en algún lugar entre Tom Hanks y la clínica de cirugía estética, y con Sandra Bullock empeñada en tonterías como la saga de Miss Agente especial, Witherspoon aspira a convertirse en la Doris Day del nuevo milenio con una mezcla de cursilería simpática e inteligencia marimandona. Considerada en Estados Unidos como una de las actrices más poderosas de la industria y productora de algunos de sus propios vehículos de lucimiento, la protagonista de filmes como Election y Una rubia muy legal presenta ahora Ojalá fuera cierto, una agradable comedia romántica destinada a su público habitual que hunde sus raíces (temáticas, que no estilísticas) en un clásico del cine de Joseph Leo Mankiewicz: El fantasma y la señora Muir (1947).

OJALÁ FUERA CIERTO

Dirección: Mark Waters. Intérpretes: Reese Witherspoon, Mark Ruffalo, Dina Waters, Ben Shenkman. Género: comedia romántica. EE UU, 2005. Duración: 95 minutos.

Como en la película de Mankiewicz, pero con los papeles cambiados respecto al género, un recién llegado a una preciosa casa tiene que compartir morada con el espectro de su anterior inquilina, con el que entablará una relación que, naturalmente, irá pasando de la inicial estupefacción a la complicidad práctica, para acabar culminando en el inevitable amor más allá de la razón. Ojalá fuera cierto indaga además, con el pincel más que con el bisturí, en un tema tan habitual en la sociedad contemporánea como el aislamiento afectivo y social por culpa de la adicción al trabajo. A través de diálogos por encima de la media dentro de secuencias a menudo tópicas, la película sabe rodearse de una corte de secundarios bastante lograda y sólo en muy aislados momentos fuerza el tono en demasía para perderse en el empalagoso romance celestial cercano al mito de la bella durmiente. Witherspoon está tan dulcemente repelente como de costumbre (como dice uno de los diálogos acerca de su personaje: "Como si le hubiesen metido un palo por el culo"), pero Ruffalo, que sigue hablando como si tuviese un mantecado en la boca, parece fuera del alcance cómico de la propuesta.

Destinada a un tipo de público muy concreto, Ojalá fuera cierto se ve con comodidad, pero se olvida con la misma facilidad, sobre todo porque no tiene la valentía de dejar el demoledor regusto mágico, romántico, y a la vez profundamente terrenal, del desenlace de El fantasma y la señora Muir.

Reese Witherspoon, en una escena de <i>Ojalá fuera cierto</i>.
Reese Witherspoon, en una escena de Ojalá fuera cierto.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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