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Una sentencia constata el descontrol policial en el almacenaje de explosivos

Una sentencia ha constatado cierto descontrol existente en 2003 en los polvorines que la Ertzaintza tiene en Berrozi para almacenar explosivos. El caso está relacionado con la explosión registrada en uno de esos polvorines en la madrugada del 23 de julio de 2003, después de que la policía vasca trasladase allí 15 kilos de dinamita, colocados por ETA en Bilbao varias semanas antes, con la intención de destruir la carga. No fue posible neutralizarla y finalmente se produjo un estallido que destruyó el polvorín semienterrado y causó diversos daños.En la causa estaban imputados inicialmente cinco agentes por una falta de imprudencia, aunque tras la vista oral la acusación se dirigió sólo contra el subjefe de la unidad de desactivación de explosivos. El fallo del Juzgado de Instrucción número 1 de Vitoria ha absuelto finalmente a este mando.

La juez, Susana Junquera Bajo, señala que la hipótesis más favorable para el inculpado es que "la dinamita se encontraba en condiciones de ser almacenada provisionalmente sin riesgo de explosión". La sentencia invoca tanto los informes de la Guardia Civil como de la propia Ertzaintza para concluir que la explosión se produjo por la "iniciación accidental y espontánea" de la dinamita, calificando el suceso de "accidental".

Con todo, la magistrada cita las irregularidades en la custodia de explosivos en Berrozi que se han constatado en la instrucción. Así, recalca que "existía un exceso de material reglamentado almacenado en el polvorín que explotó". La autorización expedida por la Subdelegación del Gobierno en octubre de 2002 fijaba que cada polvorín podía almacenar como máximo 50 kilos de explosivo. La juez cree razonable pensar que "la cantidad de material existente en el polvorín" superaba esas cifra.

El fallo recoge un informe del instituto armado, que ya había revelado durante la instrucción el descontrol existente. La Guardia Civil reflejó en su escrito que al solicitar a Interior la autorización de esos polvorines "no mencionó nunca que en éstos se almacenaría la materia reglamentada" que se incautara a ETA, "cuando por motivos de necesidad no pudiera destruirla". En cualquier caso, el polvorín era el único lugar habilitado del que disponía la Ertzaintza para depositar el explosivo etarra.

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