Facturas
La corrupción siempre pasa factura. Por ejemplo, las facturas falsas de las obras de Terra Mítica que una trama de empresas habría manejado en 2000 y 2001 para estafar a Hacienda al menos 4,4 millones de euros. Una trama con implicados dentro del propio consejo de un parque temático ahora en suspensión de pagos. El mecanismo es conocido: una red de sociedades aparenta operaciones de ventas y prestaciones de servicios que son facturadas después a empresas pantalla o instrumentales para que éstas devuelvan el importe; con ello, simula unos gastos que le permiten reducir las cantidades a declarar en el impuesto de sociedades y deduce un IVA que no ha desembolsado realmente. Hasta aquí llega, de momento, la investigación promovida por una denuncia de la Agencia Tributaria que ha llevado al fiscal a pedir al juez la imputación de 25 personas y de 17 empresas, entre ellas el parque temático de Benidorm, participado por las Generalitat y las cajas de ahorros. Hay más supuestas facturas falsas por ahí rodando: las que han sacado a plaza el ex interventor del Ayuntamiento de Orihuela y el ex delegado del Instituto Valenciano de la Exportación en Miami: las primeras para pagar encarecimientos inexistentes, las segundas para abonar subrepticiamente en paraísos fiscales al cantante Julio Iglesias los millones de un "contrato B". En un caso y en otro, la fiscalía anticorrupción o el juzgado correspondiente evaluarán la veracidad de los hechos, pero a nadie escapa una pregunta grave: ¿Han llegado a pagarse con dinero de todos los valencianos en el Ayuntamiento de Orihuela, en el Ivex o en la construcción de Terra Mítica, cuyo sobrecoste superó los 200 millones de euros, obras no ejecutadas y trabajos ficticios? Ante tal colección de asuntos en los tribunales, cuyo primer cromo siguen siendo de todas maneras las visitas de Carlos Fabra al juzgado para explicar su posible relación con otros documentos falsos, esta vez sellos y análisis de productos fitosanitarios, el PP y el Consell ofenden al fiscal, atacan a la oposición y golpean a quien se ponga por delante. Como un bombero desquiciado, Francisco Camps ha decidido ignorar el incendio y arremeter contra todo aquel que haga sonar la alarma o insinúe que aquí huele a quemado.
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