La vanguardia se llama 'collage'
Una exposición en la Fundación Miró de Barcelona reúne 140 piezas, de Picasso a Rauschenberg
Es tan familiar, tan cotidiano, tan cercano, que casi pasa inadvertido. El collage tiene una larga historia en la cultura popular, pero como técnica e ideología artística consciente nació en septiembre de 1912 de las manos de Braque y Picasso. Desde entonces, este sencillo y a la vez complejo mecanismo de mezcla y combinación de materiales diversos ha resultado tan eficaz, poético y revolucionario que los nombres de muchos de los movimientos de vanguardia del siglo XX -dadaísmo, futurismo, constructivismo, surrealismo...- podrían ser considerados como meros adjetivos. Queda patente todo ello en la histórica exposición Maestros del collage. De Picasso a Rauschenberg, que hasta el 26 de febrero se presenta en la Fundación Miró de Barcelona.
Braque y Picasso 'inventaron' en 1912 la técnica pegando papeles a sus pinturas
"El collage ha constituido el verdadero fundamento de los movimientos artísticos del siglo XX", explicó ayer Diane Waldman, comisaria de esta exposición, patrocinada por el BBVA, que resulta un auténtico acontecimiento no sólo por el tema, sino también por la dificultad que supone seleccionar entre tantos buenos ejemplos y conseguir el préstamo de obras que en general se caracterizan por su fragilidad. La exposición ha optado, afortunadamente, por incluir obras realizadas con materiales muy distintos y que dan cuenta de la distinta terminología con la que se conoce esta técnica: papier collé, collage, assemblage, fotomontaje, decollage, montaje, cita... Presenta tanto obras que incorporan elementos como objetos o papeles a pinturas como otras realizadas exclusivamente con recortes, fotografías, grabados u objetos, e incluso hay algún ejemplo de piezas que han sido realizadas a partir del mecanismo del collage, aunque después se han materializado sin ninguna incorporación externa.
Maestros del collage tiene una estructura didáctica y clara a partir de la evolución cronológica de los movimientos artísticos. Comienza con una sala dedicada al cubismo, que ya valdría por sí sola la visita a la exposición, en la que se presenta uno de los primeros collages de la historia: Tête de femme (1912), de Georges Braque. Como sucede con el cubismo, está en discusión si fue primero Picasso o Braque. El primero había pegado fotografías a sus dibujos en fechas tan tempranas como 1899, y en la primavera de 1912 incorporó hule en forma de rejilla a su pintura Naturaleza muerta con silla de rejilla. Pero el segundo realizó a finales del verano de aquel año los primeros papiers collés al incorporar a sus obras recortes de papel pintado comercial que imitaba madera, uno de cuyos ejemplos es el citado Tête de femme. En aquel momento, los dos artistas se habían instalado en Sorgues, si bien Picasso se encontraba de viaje en París cuando Braque compró el papel y realizó estas obras. A su vuelta se entusiasmó con el descubrimiento de su amigo y los dos se lanzaron a introducir en sus pinturas recortes de diarios o revistas, etiquetas de licores o cigarrillos, y también papeles coloreados. Juan Gris rápidamente entendió la potencia del hallazgo y en la exposición puede verse el impresionante cuadro Le paquet de café (1914), junto a otras obras también excepcionales de Picasso.
El futurismo lo adaptó también sin problemas -hay ejemplos de Carlo Carrà y Giacomo Balla- y los dadaístas multiplicaron sus posibilidades expresivas y conceptuales de la mano de Hans Arp, Marcel Duchamp, Hanna Hoch, Kurt Schwitters o George Grosz. De hecho, los dadaístas berlineses, que reivindicaban para sí mismos la denominación de "montadores" frente a la épica del "artista", se consideran los inventores del fotomontaje, una técnica realizada a partir de la fotografía en combinación o no con la tipografía impresa, en la que los vanguardistas rusos, como El Lissitzki, Alexandr Rodchenko o Solomon Telingater, fueron auténticos maestros.
Tras degustar la frescura de la obra de estos maestros -sorprende del collage cómo puede ser tan actual pese a ser casi centenario-, la exposición pasa al surrealismo, en donde los protagonistas principales, aunque podrían ser más, son Miró y Max Ernst, que vuelven a darle otra vuelta de tuerca a la técnica con obras como Danseuse espagnole (1928), en el caso del primero, o los collages de grabados del segundo como Crime ou miracle: un homme complete (1929).
Un pequeño apartado se dedica a Mattisse -que en su vejez pintaba con papeles-, y se pasa después al informalismo y otros movimientos de la posguerra en las que otra vez el collage fue elemento primordial en la obra de artistas como Tàpies, Millares, Dubuffet -que firma la obra más grande de la muestra, la espectacular Vicissitudes (1977)- y Beuys. Los dos últimos apartados se centran en artistas estadounidenses, con perlas como un collage de Pollock de 1949, un auténtico despliegue, un tanto desmesurado, de piezas de Joseph Cornell, y obras de otros contemporáneos como Willem de Kooning y Robert Motherwell. Cierran el recorrido con brillantez obras de Robert Rauschenberg y Jasper Johns.
Babelia
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