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Reportaje:DESAPARECIDOS

Los detectives del ADN viven en Bosnia

Guillermo Altares

Cuando el Gobierno tailandés se enfrentó hace un año a los miles de restos no identificados de las víctimas del tsunami supo rápidamente que sólo había un lugar en el mundo donde podía recibir ayuda inmediata: Bosnia-Herzegovina. Unos años antes, EE UU también había recurrido, para identificar a las víctimas del 11-S, a la experiencia del horror desarrollada en los Balcanes por la Comisión Internacional de las Personas Desaparecidas (ICMP, www.icmp.org).

Las guerras que arrasaron la antigua Yugoslavia durante los noventa, desde Croacia hasta Kosovo, dejaron cientos de miles de muertos y decenas de miles de desaparecidos. La ICMP fue creada en 1997 para enfrentarse a este problema, especialmente grave en el caso de Bosnia, no sólo por la magnitud de los crímenes, sino porque los cuerpos, sobre todo tras la matanza en julio de 1995 de 8.000 musulmanes en Srebrenica, fueron removidos de una fosa común a otra haciendo la identificación forense tradicional imposible. Las cifras son brutales: en Bosnia la guerra dejó más de 20.000 desaparecidos, de los cuales han sido identificados hasta ahora 6.731.

"Por el horror que hemos encontrado aquí, tenemos más experiencia que otros laboratorios del mundo en sacar muestras de ADN de huesos", dice Porter
Las cifras son rotundas: en el año 2000 hubo 26 identificaciones, pero desde que se puso en marcha el sistema de ADN son unas 500 al año

Diez años después del Tratado de Dayton, firmado el 21 de noviembre de 1995 y ratificado en París el 14 de diciembre, que puso fin a la guerra, el tema de los desaparecidos es el terreno en el que se ha producido un acuerdo político mayor entre las tres comunidades, ya que la Federación Croata Musulmana y la República Serbia (las dos entidades en las que está dividida Bosnia) decidieron este verano crear una única institución estatal para la búsqueda de desaparecidos, un paso enorme ya que este país carece prácticamente de organismos federales (y, en general, de cualquier tipo de acuerdo entre las comunidades). La Corte Estatal para crímenes de guerra, creada a principios de año, es la otra excepción.

"Nuestra organización ha desarrollado un método que es capaz de identificar a un número enorme de personas", asegura Doune Porter, portavoz de la ICMP. El sistema consiste en la recolección de ADN de las familias de los desaparecidos, así como de los huesos encontrados en las fosas comunes. Toda la información se introduce en una base de datos y se cruzan utilizando un programa propio hasta que dan resultados positivos: entonces, cuando se tiene una certeza científica superior al 99,95% de que se trata de esa persona, comienza el proceso de identificación tradicional con la información posterior y anterior a la muerte.

"Desgraciadamente por el horror que hemos encontrado aquí, tenemos más experiencia que cualquier otro laboratorio del mundo en sacar muestras de ADN de huesos. Por eso nos llegaron tantos restos desde Tailandia tras el tsunami, 1.579 muestras de las que hemos conseguido 530 identificaciones de 20 países. También nuestra experiencia en identificación a ciegas a través de un ordenador hizo que el Gobierno estadounidense adoptase nuestro sistema para las víctimas del World Trade Center", agrega Porter en las oficinas en Sarajevo de la organización, que actúa de forma independiente de la ONU y que está financiada por una quincena de países.

En la morgue de Tuzla, una ciudad situada 120 kilómetros al norte de Sarajevo, donde la ICMP tiene sus laboratorios centrales, Edin H. Jasaragic, responsable de la coordinación de identificaciones para Srebrenica, explica junto a una morgue que alberga los restos de unas 4.000 víctimas de las matanzas: "Con los sistemas tradicionales, a través de la ropa o de la información proporcionada por los huesos, era imposible identificar a las víctimas. El trabajo era enorme y los resultados mínimos. Desde que se puso en marcha el sistema nuevo, las cosas han cambiado totalmente". Las cifras son contundentes: en 2000 hubo 26 identificaciones, pero desde que se puso en marcha el sistema de ADN son unas 500 al año.

La elección de Tuzla como base de operaciones para la ICMP no es una casualidad: está cerca de las fosas secundarias y terciarias de Srebrenica -aquellas a las que las huestes de Mladic y Karadzic trasladaron los cuerpos desde las fosas originales cuando fueron descubiertas por satélite poco después de la masacre- y también del noreste y noroeste del país, donde los radicales serbios cometieron las peores atrocidades en su genocidio contra los bosnios.

"Nosotros no trabajamos con datos de nacionalidad. Nuestra misión es identificar a una persona y comunicárselo a la familia. Para nosotros todos los desaparecidos son iguales", señala Zlatan Sabanovic, responsable del centro de la ICMP en Tuzla, donde se han recogido 75.313 muestras de ADN (es necesaria una media de 3 personas por desaparecido para realizar una identificación). Organizaciones de derechos humanos y el Gobierno bosnio proporcionan unas cifras aterradoras: el 92% de los desaparecidos en Bosnia son civiles musulmanes (un 13% de ellos mujeres y un 3% niños).

Conocer la verdad

La organización se ocupa de todas las fases del proceso, desde la búsqueda de las fosas comunes (en verano presentaron un nuevo método basado en patrones geográficos para localizar enterramientos masivos que pretenden utilizar en Irak en el futuro) hasta la firma final, por parte del médico forense, de la identificación positiva. "A través de este proceso se logra que los familiares conozcan la verdad. Es una ayuda en el camino hacia la estabilización y, ojalá, alguna forma de reconciliación", señala Doune Porter, quien aclara que no hacen investigación penal, a diferencia de la organización creada por el Estado bosnio.

Fabiana Frascaroli, una antropóloga forense argentina que trabaja en casos de Srebrenica, sobre todo en la recomposición de cuerpos que han aparecido en diferentes fosas, explica ante los restos de un joven de 14 años que sólo los análisis de ADN permitieron llegar a tener un esqueleto relativamente completo. El nombre de este joven, cuyos restos aparecieron en dos fosas diferentes, sigue siendo un misterio, otro caso abierto del horror sin límites de Bosnia.

La morgue de Tuzla, donde se encuentran los restos sin identificar de miles de personas asesinadas en Srebrenica.
La morgue de Tuzla, donde se encuentran los restos sin identificar de miles de personas asesinadas en Srebrenica.ULY MARTÍN

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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