Un documental recupera la figura de Pablo G. del Amo
Dirigida por Diego Galán, participan Manuel Vicent, Carlos Saura y Fernán-Gómez
Como "un acto de amor de sus amigos" define Diego Galán el documental Pablo G. del Amo, un montador de ilusiones que él mismo ha dirigido y que se estrena hoy en Madrid y Barcelona. Unos amigos -encabezados por el escritor Manuel Vicent, el cineasta Carlos Saura, el actor Fernando Fernán-Gómez y el montador José Salcedo- que no dudaron en ponerse delante de la cámara para contar sus vivencias junto al montador, que murió en agosto de 2004 a los 78 años aquejado de un cáncer de hígado. "Él se implicó mucho porque sabía que era su último trabajo", cuenta Galán, que presentó el filme en el Festival de San Sebastián.
La relación de Galán con Del Amo, profesional en más de 200 películas, era escasa, pero éste quiso que fuera él quien dirigiera Pablo G. del Amo, un montador de ilusiones. "Había visto la serie de televisión Queridos cómicos, que tenía un esquema parecido -algo más de una hora dedicada a un personaje- y mi epílogo de Hay motivo, y le habían gustado", explica Galán. En un principio rechazó la oferta -"pensé que tenía otras cosas pendientes"-, pero claudicó cuando Del Amo le dijo que estaba dispuesto a hacerlo "porque me fío de ti".
De modo que Galán se puso manos a la obra con la producción de Andrés Santana, amigo de Del Amo, e Imanol Uribe, el otro socio de la productora. "La grabación no se realizó de manera continuada y eso creo que le ha venido bien al documental, porque ha dado tiempo a pensar mejor las cosas", sostiene Galán. "Por ejemplo, terminamos viajando a Portugal, donde Pablo había vivido cuatro años, y descubrimos que todo el mundo le recordaba 40 años después. Que había dejado una huella de verdad".
Nadie rechazó salir en la película pese a que Basilio Martín Patino confiesa en la cinta que "resultaba imposible" no cabrearse con el montador. Vicente Aranda le disculpa -"cuando se tiene razón, se tiene derecho a ser así"- y Querejeta, que también lo hace, recuerda entre risas como en una tremenda discusión por una secuencia Pablo le llamó "carnicero". Montxo Armendáriz rememora su afición a ponerse guantes blancos para tocar unos fotogramas que nunca perdía, y José Luis García Sánchez, su fobia a las puertas cerradas.Para Vicent, Del Amo "resumía la historia de la cinematografía en España". David Trueba subraya "su dedicación total al trabajo", y José Luis Borau asegura no haber conocido a nadie con "una pasión por la lógica tan grande". A Saura le gustaba su "pulcritud al trabajar" y Eloy de la Iglesia encontró en él su escuela de cine. Fernán-Gómez quería tenerle siempre en su equipo -"sabía que nos íbamos a llevar bien y que algo iba a aprender"- y Almodóvar comprende que abandonase el rodaje de Pepi, Luci, Bom: "Lo hizo llevado por el sentido común. Debía ser un disparate".
Babelia
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