Videojuegos: cara y cruz
Acusados de promover el sedentarismo, la agresividad o el fracaso escolar, los videojuegos, utilizados con mesura, son un entretenimiento como otro cualquiera que puede favorecer las relaciones sociales.
El apocalipsis anunciado por los detractores de los videojuegos no llega. Treinta años después del surgimiento de estos juegos, mezcla de imaginación, alta tecnología y algo de cine, aún no se han constatado las terribles consecuencias que se vaticinaban en los años ochenta. Los videojuegos van camino de convertirse en una actividad más de ocio si no se abandona el sentido común.
En cualquier caso, y en palabras de Juan Alberto Estallo, psicólogo del Instituto Municipal de Psiquiatría de Barcelona, habrá que acostumbrarse a convivir con ellos como en su día con la televisión. Cada vez los videojugadores irán a más. En 2008, los aficionados en el mundo serán más de 40 millones.
Los estudios han demostrado que, por sí solos, los videojuegos no potencian la agresividad ni convierten a los niños y adolescentes en lobos solitarios.
Sin embargo, algunos psicólogos y psiquiatras siguen recomendando que no se pase demasiado tiempo delante de la consola. "Los videojuegos casi siempre son muy competitivos. No es la actividad más educativa del mundo. Para vencer hay que matar a otros, así que es conveniente que no se les dedique demasiado tiempo", afirma María Jesús Mardomingo, psiquiatra infantil del hospital Gregorio Marañón de Madrid, que aboga por pasar menos horas en la consola y dejar más tiempo a la lectura y a la charla en familia.
E El lado bueno. Defensores y detractores coinciden en que estos juegos familiarizan al niño con la tecnología desde muy pronto, fomentan su capacidad para procesar muchas informaciones al mismo tiempo e incluso mejoran la concentración. Además potencian la coordinación entre el ojo y la mano, una característica más desarrollada en los niños y adolescentes de hoy que en la generación de sus padres. Los videojugadores cubren un ángulo visual más amplio, son más rápidos en la toma de decisiones y tienen mayor capacidad de reacción ante situaciones imprevistas.
La otra cara. El temor a los contenidos violentos de los videojuegos no ha desaparecido del todo. Según Mardomingo, algunos estudios asocian la agresividad en la edad adulta con haber jugado demasiado a la consola de pequeños. Muchos expertos, entre ellos el psicólogo Juan Alberto Estallo, autor del libro Los videojuegos: juicios y prejuicios, reconocen que se genera violencia durante el juego, pero creen que la agresividad disminuye cuando se deja de jugar. Lo que más preocupa a estos especialistas es que los videojugadores, aunque no sean violentos, suelen asumir como normales las situaciones de agresividad en su vida cotidiana.
El lado oscuro de los videojuegos está también relacionado con el estilo de vida sedentario que promueven. Muchas veces, los niños cambian la calle por jugar a la play, un hábito que se asocia al aumento de la obesidad infantil en Occidente. Sobre todo al principio, estos juegos enganchan, siempre en busca de nuevos retos. La dedicación casi exclusiva a los videojuegos se suele relacionar con el fracaso escolar en algunos niños, aunque los psicólogos reconocen que muchas veces suele haber predisposición.
Las situaciones que hacen infeliz al niño lo llevan a buscar evasión en los videojuegos. Un estudio con más de 11.000 niños de la UE reveló que la consola era la compañera ideal para olvidarlas. No obstante, si pueden elegir, los niños prefieren socializar este entretenimiento intercambiando juegos o buscando compañeros para los partidos. La hipótesis de que los videojugadores son tímidos y solitarios ha caído por su propio peso. Los estudios han demostrado que suelen ser chicos extravertidos y con muchos amigos.
Manual de instrucciones para padres
Fuera prejuicios. Sentido común y manga ancha, sobre todo en los primeros tiempos. La oposición frontal no funciona con los videojuegos, como con casi nada. No importa que la videoconsola no haya entrado aún por la puerta de su casa, porque casi todos los amigos de su hijo tendrán una y le invitarán.
Paciencia. La pasión por la videoconsola de las primeras semanas se estabilizará a partir del tercer mes, aunque volverá a dispararse cada vez que el niño estrene un nuevo juego.
Los niños sometidos a menos control se saturan antes. Es más efectivo controlar la afición por los videojuegos a medio plazo.
Infórmese del contenido de los videojuegos que usa su hijo. Algunos suelen tener mensajes violentos, racistas o sexistas que no se especifican en la etiqueta. Lo mejor es dedicar un tiempo a enredar con el chaval para comprobar de qué van los juegos.
No se asuste si usted también se engancha al juego sólo por pasar un ratito frente a la videoconsola. Al parecer, los adultos que juegan de vez en cuando tienen una imagen incompleta de este entretenimiento y se llevan la idea de un juego tremendamente adictivo, pero en los niños que juegan todos los días, el comportamiento más frecuente es ir bajando progresivamente las horas de juego.
Las señales de alarma deben dispararse si hay un cambio brusco en la vida del niño, tanto en la escuela como en casa, como consecuencia de los videojuegos. Pero evite la tentación de culpar a la videoconsola si las malas notas ya venían de antes.
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