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Vuelos secretos desde Afganistán

Guillermo Altares

Los vuelos fletados por la CIA salían de EE UU y repostaban en Europa en su camino hacia Afganistán. Allí eran embarcados los prisioneros, presuntos miembros de Al Qaeda, condenados a ser engullidos por la red de prisiones secretas establecidas por la agencia de inteligencia en varios países del este de Europa y Oriente Próximo.

La organización humanitaria Human Rights Watch, que publicó hace un año un amplio informe sobre los "detenidos fantasma de EE UU", asegura tener los registros de vuelo. Uno de ellos trasladó en septiembre de 2003 a Jalid Sheik Mohamed, el más alto responsable de Al Qaeda capturado hasta ahora, y siguió el siguiente recorrido: Kabul, escalas en aeródromos aislados de Polonia (Szymany) y Rumania (Mihail Kogalniceanu), luego Marruecos y final de trayecto en la base de Guantánamo. Según HRW, esto indicaría que diferentes detenidos fueron transportados a diferentes destinos.

"Nuestras informaciones indican que ese tipo de prisiones secretas han existido o existen por lo menos en Rumania, Polonia, Egipto y Jordania", señala Mark Garlasco, investigador de HRW, experto en la política de interrogatorios de EE UU. Tanto Rumania como Polonia han negado haber albergado alguna vez este tipo de cárceles.

Esta organización de derechos humanos asegura poseer información sobre la existencia de esas prisiones por lo menos hasta el año pasado y no tener constancia de que hayan sido cerradas. "Si estas prisiones han sido cerradas, la situación es todavía peor porque existirían 100 detenidos que han desaparecido totalmente y eso plantea muchos interrogantes", afirma Garlasco, quien trabajó en el Pentágono antes de integrarse en HRW.

El informe Los desaparecidos de EE UU, publicado en octubre de 2004, mantenía que la CIA había encarcelado desde el 11-S a decenas de prisioneros de Al Qaeda en cárceles secretas situadas en varios puntos del mundo, donde eran maltratados. Para HRW, se trata de desaparecidos bajo custodia estadounidense.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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