La 'hora navarra' del siglo XVIII se centra en Juan de Goyeneche
El etnólogo e historiador Julio Caro Baroja llamó la hora navarra del XVIII a la presencia de los navarros en la corte borbónica, convertidos en un grupo de presión en la economía, la política y la cultura. Entre los hombres de negocios, financieros y administradores en los reinados de Carlos II y Felipe V destaca Juan de Goyeneche (Arizkun, 1656-Madrid, 1735), promotor de fábricas y del complejo de Nuevo Baztán (Madrid), obra del arquitecto José Benito de Churriguera, que se encuentra semiabandonado. Sobre Goyeneche y su tiempo se inauguró ayer una exposición, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de Madrid (Alcalá, 13, hasta finales de noviembre, para viajar después a Pamplona), en un montaje con 113 piezas.
Juan de Goyeneche vuelve a su palacio de Madrid, proyectado por Churriguera y modificada su fachada por Diego de Villanueva cuando se convirtió en 1774 en sede de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Organizada por la Fundación Caja Navarra (www.can.es), la exposición Juan de Goyeneche y el triunfo de los navarros en la monarquía hispánica del siglo XVIII se presenta como un trabajo de investigación sobre el patrimonio navarro y un fenómeno histórico que se ilustra a través de piezas artísticas y documentos, muchos desconocidos.
Empresario ilustrado
Los comisarios de la exposición, Concepción García Gainza y Ricardo Fernández Gracia, han distribuido en cuatro secciones la influencia de los navarros en la corte madrileña, con una primera aproximación a la identidad política de Navarra como reino propio, con su red de aduanas y su moneda, que se recuerda con documentos y una gran prensa de acuñación y troqueles, el escudo de armas de la monarquía hispánica, retratos de Felipe V y de Isabel de Farnesio y una Inmaculada de Juan Correa.
La figura del empresario Goyeneche, partidario de la causa borbónica, se presenta en el retrato atribuido a Jacinto Meléndez como un intelectual de mentalidad preilustrada en su biblioteca, con la edición del Teatro Crítico del padre Feijoo que había patrocinado.
Las artes de la época están relacionadas con el patrimonio de los financieros, que construían palacios con escudos en el valle del Baztán y en la capital, con piezas del comercio con las Indias. Es la sección más amplia del montaje, con conjuntos de plata guatemalteca, peruana y mexicana, un Niño del Dolor de Alonso Cano, una Virgen del Rosario y una Inmaculada de Luis Salvador Carmona y una Sagrada Familia de Meléndez, además de proyectos arquitectónicos de Marzal, Zailorda, Soria, Villanueva y Paret y Alcázar.
El último espacio está dedicado a la Real Congregación de San Fermín de los Navarros, lugar de contactos y de encargos a escultores como Solano, Carmona y Mena.
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