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Entrevista:BARTOLOMÉ BENNASSAR | Historiador

"Francia también fue generosa con los exiliados republicanos"

José Andrés Rojo

Bartolomé Bennassar (Nimes, 1929) lleva años ocupándose de la historia española. Ha escrito sobre el Siglo de Oro y sobre la época de los Austrias, se ha sumergido en la vida de Hernán Cortés y ha publicado una Historia de los españoles y una biografía de Franco, entre otros trabajos. Ahora acaba de traducirse en Taurus El infierno fuimos nosotros. La Guerra Civil española (1936-1942...), donde destaca una amplia sección dedicada a contar lo que ocurrió después de que finalizaran las operaciones bélicas.

Pregunta. ¿Por qué su libro llega hasta 1942...?

Respuesta. La guerra no terminó con el desfile de la victoria de las tropas franquistas. No se puede olvidar que el exilio se prolongó muchos años más. Los vencedores, además, no se limitaron a desarmar al ejército vencido, sino que siguieron persiguiendo a sus rivales y sometiéndolos a consejos de guerra (cárcel y muerte), y eso continuó incluso después de 1942. La represión fue muy larga: nunca pensé que durara tanto tiempo y con tanta dureza.

"La represión continuó incluso despúes de 1942. Fue muy larga: nunca pensé que durara tanto y con tanta dureza"
"En 1939, durante 20 días cruzaron la frontera hacia Francia entre 450.000 y 480.000 españoles después de la campaña de Cataluña"

P. ¿Qué fue lo que le sorprendió?

R. El sutil ensañamiento con las víctimas. Descubrí un testimonio, el más conmovedor que he leído de un prisionero, en una librería de viejo de Zaragoza. Se titula Pilatos 1939-1941. Lo escribió Josep Subirats. Cuenta que a los que iban a matar los iban nombrando por sus nombres de pila, con lo que alargaban con extrema crueldad el sufrimiento de los condenados. El taller donde se hacían los féretros estaba además en una dependencia próxima a las celdas, así que los prisioneros sabían que habría muertos cuando oían mucha actividad en las cercanías.

P. ¿Por qué cree que hasta ahora no se haya podido conocer la represión con tanto detalle?

R. Creo que ha pasado el tiempo suficiente para que las nuevas generaciones puedan enfrentarse abiertamente a las verdades del pasado. Hay, además, una importantísima labor de los historiadores españoles que han reconstruido aquellos años en monografías muy precisas, como una que relata la represión en Castilla-La Mancha en los años cuarenta. En cuanto al exilio, los archivos franceses, sobre todo los del Pirineo Oriental, son verdaderos yacimientos de información desconocida sobre el exilio.

P. En su libro considera que se ha hablado demasiado mal de Francia por el tratamiento que dio a los exiliados republicanos.

R. ¿Ha oído hablar de Melilla durante estas últimas semanas? Ahora imagine que, en febrero de 1939, durante 20 días cruzaron la frontera hacia Francia entre 450.000 y 480.000 españoles después de la campaña de Cataluña. Las autoridades francesas no estaban preparadas para una llegada tan masiva. El Gobierno republicano, a través de Álvarez del Vayo, había advertido que no serían más de 150.000 los que fueran a cruzar la frontera y creían que la salida no sería tan rápida. Confiaban en que Barcelona resistiría bastante tiempo, pero la ciudad se derrumbó de manera fulgurante.

P. La policía fue, sin embargo, muy dura con una población que acababa de ser vencida tras una larga guerra...

R. Lo que entonces ocurrió fue horroroso, y vergonzoso para Francia. Es verdad que no había preparación material para recibir a tanta gente, pero pudieron tener más cuidado por lo menos con el trato psicológico. No sólo es que levantaran alambradas alrededor de los campos, es que encargaron su custodia a las tropas coloniales, lo que suponía una humillación tremenda para los soldados que acababan de ser derrotados por las tropas marroquíes.

P. ¿Entonces...?

R. Es necesario tener en cuenta que hubo por lo menos cuatro exilios de la España republicana a Francia. Al iniciarse la guerra pasaron unas 10.000 personas, de ambos bandos, y se los acogió sin problemas. Durante 1937, después de la caída del norte, llegaron 120.000 personas procedentes de las zonas derrotadas. Llegaron en barcos, a distintos puertos, en diferentes momentos. Hubo algo de xenofobia alguna vez, pero mejor o peor terminaron integrándose. Cuando en 1938 cruzaron desde la zona de Bielsa, Aragón, unos 20.000 republicanos empujados por el avance franquista, la recepción fue modélica. Eran zonas hermanas desde tiempo atrás, y como hermanos se trataron: los esperaban con los brazos abiertos. Pero en 1939 fueron muchos los que pasaron por el mismo pasillo. Una gran masa, en muy pocos días, en invierno. Las autoridades se vieron desbordadas, y fue un desastre, a pesar de que se diera entonces refugio en 18 departamentos a unos 80.000 civiles, entre niños, mujeres y ancianos. De manera global, creo que Francia fue también, junto con México, generosa con los republicanos.

P. ¿Cómo resumiría la actividad de los dos bandos durante la guerra?

R. Los rebeldes consiguieron organizarse en torno a un mando fuerte y único, mientras que en la República pesaron las divisiones que existían entre las distintas facciones que la defendían. La intervención de la Legión Cóndor apoyando a Franco fue decisiva. Y creo que fue un craso error llevar todo el oro de la República a Moscú, pues la colocó a disposición de Stalin y favoreció el crecimiento de la influencia comunista.

P. ¿Qué peso tuvo el terror de los primeros meses?

R. Fue, sobre todo, contraproducente para la República. Antes de las salvajadas de los rebeldes en Mérida o Badajoz, en Francia ya la prensa se había hecho eco de los crímenes de los anarquistas en Barcelona, lo que creó una corriente de opinión muy crítica y facilitó, en determinados ámbitos, que no se viera mal la política de no intervención.

Bartolomé Bennassar, en Madrid.
Bartolomé Bennassar, en Madrid.LUIS MAGÁN

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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