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Reportaje:

El valor de lo que reluce

Valresa se afianza en el mercado mundial de barnices por la innovación

No es oro todo lo que reluce, pero el valor añadido que aportan los revestimientos, pinturas o barnices sobre todo tipo de materiales para la industria del mueble o la construcción cotiza al alza. Valresa, una pequeña empresa familiar valenciana, apostó hace 15 años por la especialización de sus productos a través de la investigación y ahora vende en todo el mundo.

Las ventas de Valresa en 1995 ascendían a dos millones de euros; ahora son de 300 millones. Casi la mitad de los beneficios van a investigación

Un tablón chapado se convierte en una elegante pieza de bengé, una madera tropical que tiene gran éxito en el mercado del mueble. Un bloque de aglomerado grisáceo se transforma en una moldura de nogal para una puerta señorial. Más aún, un bloque de espuma, una esponja de poliuretano, se sumerge y se convierte en un cojín de cuero, pero no es cuero, no se cuartea, se limpia con agua y jabón, y viste un mueble sin costuras. Las modificaciones prodigiosas no existen, son resultado de la aplicación del revestimiento adecuado, una gama de productos en la que Valresa, una pequeña empresa valenciana, se ha convertido en potencia tecnológica mundial.

Francisco Perelló, economista, se hizo cargo en 1990 de la empresa de barnices para la industria del mueble que fundó su tío-abuelo en 1965. Ningún familiar de la segunda o tercera generación mostró mayor interés por gestionar una fábrica anticuada. Perelló revolucionó la firma y el producto. Sesenta personas trabajan en la sede central de Valresa en Loriguilla, cerca de Valencia. Una docena son químicos. En 1995 vendía dos millones de euros al año, ahora vende 30. En torno a la mitad de los beneficios se destinan a investigación.

El primer éxito de la firma fue producir un barniz que apenas necesita disolventes o que usan agua como disolvente. Los disolventes suelen ser tóxicos y contaminantes. Además, las piezas tratadas con barnices clásicos deben estar secas antes de someterse a ciertos tratamientos industriales posteriores.

Valresa tanteó mercados europeos, copados por fabricantes alemanes, hasta que se abrió hueco en México. El hueco lo cubre ahora una planta de producción que contrata un centenar de empleados y copa la mitad del mercado del país norteamericano.

En busca de socios

La firma analizó el mercado estadounidense en busca de socios y localizó una empresa similar, pero "tecnológicamente mucho más atrasada", explica Perelló. La empresa cotizaba en uno de los segmentos inferiores del Nasdaq. Valresa tomó participaciones hasta un 12%, un paquete que es obligado declarar. Los propietarios de la empresa estadounidense se interesaron por incorporar las técnicas de Valresa, pero el proyecto se frustró hace año y medio cuando un gigante del sector lanzó una OPA para frenar las aspiraciones del fabricante español. "Nos ofrecieron la posibilidad de lanzar una oferta alternativa por el total de la compañía", explica Perelló, "pero la inversión nos desbordaba". "Estados Unidos sigue siendo un mercado objetivo para nosotros, allí se utiliza mucho la madera", comenta Perelló, "y son más eficientes porque trabajan con cantidades enormes, pero tecnológicamente estamos por delante".

Valresa mantiene un acuerdo de colaboración con Bayer que es clave para sostener la mejora del producto. La multinacional alemana es proveedora del fabricante español y ambos comparten los beneficios de la innovación. "Si no fuera por ellos, no podría investigar", afirma Perelló; "intenté comprar un microscopio sofisticado y tuve que ir a Italia a buscarlo, aquí no se fabrican". Algunos productos de Valresa incorporan la marca de Bayer.

La firma organiza sus propias redes de distribución cuando lo necesita. Pero cuando son rentables las vende. "Es un segmento de negocio que no nos interesa", confiesa Perelló. Acaba de cerrar un acuerdo al 50% con un socio local para producir en Turquía. "Desde allí podremos servir a Siria, algunas repúblicas de la antigua Unión Soviética y a todos los países del este de Europa", dice el responsable de la firma; "los turcos, además, son muy profesionales, la imagen que tenemos de Turquía no se corresponde con la realidad". ¿Y China? "Vendemos en China y me han puesto en contacto con posibles socios locales para fabricar allí", dice Perelló, "pero no me interesa, no me fío, todos los fabricantes chinos que he tratado pretenden que les ceda los productos... para copiarlos".

La clave para afrontar la competencia es aportar valor, y Valresa estudia ahora las posibilidades de los revestimientos conductores. "Si la pintura puede conducir la electricidad, ¿por qué no iluminar? ¿Te imaginas un fondo de armario que se iluminara tenuemente cada vez que lo abres? ¿O un mueble capaz de conducir sonido? ¿O calor?" .

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