Dos de cada tres iraquíes acuden a las urnas
Una alta participación con escasos incidentes violentos marca el referéndum sobre la Constitución
Alta participación y escasos incidentes. Así transcurrió ayer el referéndum sobre la Constitución con la que los iraquíes van a sentar las bases de un nuevo modelo de Estado democrático y descentralizado. Estimaciones oficiosas situaban en torno al 65% del electorado el número de los que habían acudido a votar, pero, a falta de datos oficiales, lo más destacado era una mayor concurrencia de árabes suníes que en las legislativas de enero. El fuerte respaldo entre chiíes y kurdos hace previsible la aprobación de la Constitución. "La jornada ha transcurrido muy bien, con una alta participación y menor violencia de lo que se anticipaba", declaró Corina Perelli, representante de la ONU en la comisión electoral iraquí.
"La Constitución no va a ser rechazada por una minoría", dice una delegada de la ONU
En total, un civil y seis soldados iraquíes murieron en ataques relacionados directamente con la votación, pero diversos atentados contra colegios electorales sólo causaron algún herido leve. Además, la comisionada de Naciones Unidas mencionó el cierre de un colegio en Ramadi por una disputa tribal, así como que se estaba investigando "el asalto a otros colegios en Abu Ghraib en los que se ha herido a un empleado electoral y se ha podido perder alguna urna".
"Creo que se pueden haber superado los 10 millones de votos", había comunicado poco antes a los periodistas Farid Ayar, uno de los siete miembros iraquíes de la comisión. De confirmarse esa cifra, sobre un total de 15,6 millones de electores, supondría una participación del orden del 65%, significativamente más alta que el 58% alcanzado durante las elecciones de enero, las primeras celebradas en Irak tras el derrocamiento del régimen de Sadam Husein.
Perelli aseguró que las estimaciones avanzadas por algunos comisionados eran "proyecciones de fuentes no verificadas". "No tenemos datos aún porque, según se han ido cerrando los colegios, los empleados electorales han roto el ayuno de Ramadán y sólo ahora estamos empezando a recibir los primeros informes", dijo la experta electoral tres horas después del cierre de los colegios (a las cinco de la tarde, hora local, una hora menos en la España peninsular).
En cualquier caso, Perelli confirmó que había desaparecido "el temor a que la Constitución fuera rechazada por el voto de una pequeña minoría", en referencia al posible veto que pueden ejercer dos tercios de votantes si se pronuncian por el no en al menos tres provincias. Eso significaba que también en las regiones de mayoría suní hubo una participación significativa.
"Como hombre de negocios, no me conviene significarme", manifestó por teléfono Abbas Rabie, un suní de Bagdad, tras depositar su voto en un colegio electoral del barrio de Yadriya, donde reside. Atrapado por las contradicciones que afronta su comunidad, Rabie se mostró renuente a revelar el sentido de su voto. "Deseo que salga el sí, creo que es lo mejor", confió finalmente tras precisar que la Constitución negociada "todavía es mala". Su angustia era compartida ayer por muchos miembros de su comunidad.
Después de haberse visto marginados del proceso político tras su boicoteo de las elecciones del pasado enero, los suníes querían expresar su opinión, la mayoría con la esperanza de bloquear un documento que temen que vaya a consagrar la dominación de la mayoría chií del país. A pesar de ser menos numerosos (en la actualidad, un 20% de la población), los árabes suníes han gobernado históricamente Irak. De todas formas, se quejan de que se les asocie con el régimen de Sadam Husein porque, según aseguran, el dictador tenía su base en un grupo de tribus.
"Irak no sólo está viviendo una transición de un régimen autoritario a una democracia, sino también un cambio en las relaciones de poder entre las distintas comunidades que integran su población", explica una fuente diplomática europea. "Es un proceso traumático y difícil, en especial para quienes han perdido el control", añade.
Anas S., un joven empresario suní, vivió ayer esa tensión en su propia familia. "Yo no pensaba votar porque no me fío del proceso, pero todos en casa me han insistido en que debía hacerlo, en que tenía que expresar mi opinión. Así que al final he ido y he votado no", relata como quien se acababa de quitar un peso de encima. "Hay muchas cosas que no están claras en esta Constitución", justifica. "Aunque el 90% votemos en contra, saldrá el sí porque los estadounidenses lo necesitan para poder largarse de aquí cuanto antes", añade suspicaz.
Los resultados provisionales no se conocerán hasta dentro de dos o tres días, "en función de los problemas de seguridad que afronte el traslado de los formularios", explicó Perelli. Muchos tienen la impresión de que poco importa el resultado del referéndum, porque no se van a producir verdaderos avances políticos mientras las divisiones sectarias y la desconfianza sigan plagando el ambiente político que respiran los iraquíes.
Si la Constitución resulta aprobada, los iraquíes elegirán una nueva Asamblea Nacional en las elecciones previstas para el próximo 15 de diciembre.
Ese Parlamento seleccionará entonces un nuevo Gobierno, el primero plenamente constitucional desde la caída de Sadam Husein en 2003, que debe tomar posesión antes de que concluya el año.
En el caso de que el proyecto fuera rechazado, en los comicios de diciembre se elegiría una nueva Asamblea Nacional Transitoria, que debería redactar otra Constitución en el plazo máximo de un año.
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