_
_
_
_
LAS BURBUJAS DEL GLOBO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Clooney vs Beckham

Había curiosidad por saber cuánto duraría la dictablanda del metrosexual, cuál sería la moda masculina de recambio y quién la simbolizaría. Pues bien, ahora que Beckham ya ha firmado su renovación por el Real Madrid, o está a punto de hacerlo, ya se puede decir sin miedo a desestabilizar aún más la plantilla de Luxemburgo, ese horror de hombre. El 29 de septiembre, cuando escribo esto, aquel metrosexual universalmente famoso durante estos dos últimos años y simbolizado por Beckham hasta en sus menores detalles (depilaciones, cosméticos, pendientes, teñidos, cortes de pelo) se bate en retirada ante la llegada del Nuevo Hombre, ahora encarnado por George Clooney.

Es que para hoy mismo está prevista la salida en Amazon, la tienda universal, del libro de la célebre cazatendencias norteamericana Mariam Salzman titulado The future of men y aunque todavía nadie lo haya leído, misterios de la globalización, ya todo el mundo sabe de qué va la cosa porque la industria del libro le ha plagiado a la industria de Hollywood el marketing de la autopromoción y mucho antes del estreno, en este caso de la salida en librerías, ya estamos lo suficientemente informados para entender el mensaje y emitir un juicio que luego el libro no desmentirá. El tráiler del libro de la Salzman, iniciado a principios del verano, dice así, y que Beckham y Florentino Pérez se preparen para las consecuencias en la cuenta de resultados del Real Madrid: adiós metrosexual, hola übersexual.

No hace falta leer el ensayo inédito de Mariam Salzman ni siquiera comprarlo porque se entiende de un vistazo. De la misma manera que se entienden los tráilers de la factoría Lucas, la promoción de Torrente 3, el último spot de Woody Allen o el penúltimo de Tarantino, el rey del remix. Basta una imagen para saber de qué va la cosa aunque se trate de escritura inédita. Y si la imagen era lo que todos estábamos esperando, el recambio urgente en el modelo de hombre, pues bingo.

Lo de Clooney no admite dudas. El problema es la palabrita übersexual, con diéresis en la primera u, que suena tan alemán. Tranquilos. También es un truco de marketing puro y duro. Había que buscarle urgentemente una salida superadora a la voz metrosexual, que gracias a Beckham cuajó a la primera, desató el furor de los hombres maduros por las cremas antiarrugas (por saquear los bolsos de maquillaje de sus señoras) y descubrió un mercado inédito y enorme para las poderosas industrias cosméticas, pero resulta que luego, en público, nadie osaba reconocerse como tal metrosexual. Y el germánico über sólo significa eso mismo, superación, un paso más allá en la historia (patética) de la normalización del Macho luego de la famosa caída del machismo, que más o menos coincide con la caída del Muro de Berlín, y de los intentos desesperados del hombre por parecerse a las mujeres, los gays, los bisexuales y otras relaciones plurales para evitar tiranías y dogmatismos odiosos extraviados de milenio.

Una vez que lo de übersexual está más o menos aclarado, las imágenes simbólicas de este Hombre del Futuro marcan la diferencia. Como digo, ya no se trata de David Beckham, ni siquiera de sus matemáticos pases cruzados, sino de George Clooney y de sus últimas pericias transversales.

Acabo de ver la última peli de Clooney, dirigida e interpretada por él mismo (Good night and good luck), y no me cabe la menor duda de que el hombre del futuro tiene que parecerse más a George que a David. Alguien tan atractivo, pero que es capaz de dirigir, engordar, afearse y estar siempre en segundo plano en una de las mejores pelis de la temporada y que encima sabe escuchar y tiene sentido del humor, requisitos que exige el nuevo canon übersexual, por fuerza (bioquímica) tiene que estar el primero en el hit parade del hombre del futuro.

Otra de las ventajas nada desdeñables del fin anunciado de la dictablanda metrosexual es que el modelo Beckham exigía mucho gasto cosmético, de boutique lujo y peluquería unisex, mientras que el estilo Clooney apenas exige una loción no demasiado estridente después del afeitado, un traje Emidio Tucci comprado en El Corte Inglés y, ya digo, saber escuchar al lado opuesto, que es gratis total aunque sea algo tradicionalmente dificultoso.

Ahora que Beckham ha encontrado su sitio en el terreno de juego luego de las cabezonerías machistas de Luxemburgo resulta que está a punto de perder su sitio en todos los spots metrosexuales y sus sponsors están que trinan. O a lo mejor es al revés: como está a punto de entrar en el paro de la industria metrosexual ha decidido ponerse las pilas uber, con diéresis o sin ella, en la única industria que está por encima de las modas, la del gol global.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_