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Reportaje:

La herencia de Ortega está viva

Un congreso internacional vuelve sobre la obra del filósofo medio siglo después de su muerte

José Andrés Rojo

"La verdad integral sólo se obtiene articulando lo que el prójimo ve con lo que yo veo, y así sucesivamente. Cada individuo es un punto de vista esencial", escribió José Ortega y Gasset (Madrid, 1883-1955) en El tema de nuestro tiempo, publicado en 1923. En La rebelión de las masas, de 1930, decía: "Ser imprevisible, ser un horizonte siempre abierto a toda posibilidad, es la vida auténtica, la verdadera plenitud de la vida".

Son sólo dos citas del enorme legado del intelectual español que murió hace 50 años, el 18 de octubre. "Es un pensador que despierta siempre la curiosidad, el vértigo intelectual", comenta Antonio Garrigues Walker, presidente de la Fundación Ortega y Gasset. "Supo plantear de manera sencilla cuestiones que invitan a la búsqueda, que provocan pasión por lo nuevo, por lo diferente".

Savater afirma que la relación entre vida y razón sigue siendo tremendamente fecunda
Garrigues Walker señala que la defensa de una concepción liberal es una referencia

Medio siglo después de su muerte, y organizado por la fundación que preside y la Universidad Complutense -con patrocinio del Santander Central Hispano, Telefónica y la Residencia de Estudiantes-, un congreso internacional vuelve la próxima semana sobre el legado del filósofo. Ortega, medio siglo después, 1955-2005. La recepción de su obra reunirá entre el 18 y el 21 a especialistas de ocho países y más de 15 universidades que, a través de conferencias y mesas redondas, agitarán las ideas del filósofo para saber cómo han llegado hasta hoy.

Está el ambicioso congreso, pero también la próxima aparición del cuarto volumen de sus Obras completas (que la fundación edita con Taurus) y la celebración del 75º aniversario de la publicación de La rebelión de las masas. ¿Está todavía Ortega ahí, lo escucha "esta época llena de vulgaridad, sometida a tantos cambios y donde la fuerza de los fundamentalismos hace perder las referencias para imponer ideas torpes y simples", como dice Garrigues Walker? Un dato: durante el congreso se presentarán 57 comunicaciones centradas en Ortega, por lo que parece que sí, que el pensador sigue ahí.

"Borges decía que los herederos nos inventamos a nuestros predecesores", comenta José Lasaga, director del congreso. "Por eso creo que resulta interesante saber cómo se recibió a Ortega. En los años cincuenta su obra se leyó desde el nacionalcatolicismo, y más adelante, en el tardofranquismo, cuando la filosofía española ya estaba plenamente incorporada a Europa, sus ideas tampoco tuvieron mucha suerte. Entonces, el debate -que recogió un monográfico de Revista de Occidente coordinado por Alfredo Deaño- estaba protagonizado por los dialécticos y los analistas, y ahí Ortega no tenía nada que hacer".

Cuando se celebró su centenario en 1983, explica Lasaga, "quienes se ocuparon de su legado fueron pensadores que procedían del exilio o de las catacumbas del franquismo, pero ya sembraron, con la publicación de sus obras en Alianza, un cierto interés. Diez años más tarde, en los noventa, se produjo un cambio radical del clima intelectual en Europa con la llegada de la posmodernidad y el afianzamiento de la hermenéutica. Al estructuralismo se lo empezó a mirar ya con escepticismo, y fue un buen momento para Ortega: se ve que ha dicho cosas relevantes, que está en la onda".

La obra está pues ahí, pero en cada época se la lee de maneras diferentes. La propia trayectoria de Ortega pasa por distintos momentos. Javier Zamora, que trabaja en la edición de sus obras completas y que publicó una biografía del filósofo en 2002 en Plaza & Janés, la recuerda brevemente. "Los años que van de 1907 a 1916 son los de la irrupción del intelectual moderno que interviene en la vida pública a través de la prensa -El Imparcial o la revista Faro-, de conferencias, de mítines, que defiende un liberalismo social (o socialista) y que funda la Liga de Educación Política para influir directamente en el curso de las cosas. Luego se produce un cierto desencanto, que coincide con su primer viaje a Buenos Aires, y la voluntad de volcarse más en la filosofía, buscando la superación del neokantismo y la fenomenología".

Una tensión que va a repetirse varias veces en su vida: la participación más directa en la vida social a través de la prensa y un cierto alejamiento para profundizar en la construcción de su filosofía. "Entre 1917 y 1935, su presencia se produce a través de El Sol, donde es el alma máter, una suerte de director espiritual. Allí irán apareciendo en entregas muchos de sus títulos más importantes: España invertebrada, La rebelión de las masas, Estudios sobre el amor, El tema de nuestro tiempo... Acabar con la Restauración, proceder a una profunda reforma constitucional, reforzar la democracia y defender políticas sociales que favorezcan a los más débiles son algunas líneas maestras de su ideario. Y sus reflexiones sobre la vertebración de España en clave autonómica".

Recibió la dictadura de Primo de Rivera como una oportunidad de que barriera la vieja política de la Restauración, aunque fue enseguida muy crítico. Luego se implicó en la Agrupación al Servicio de la República para facilitar la llegada del nuevo régimen. "Su obsesión entonces fue evitar el tono radical", explica Zamora, "y uno de sus discursos fundamentales, el de la defensa de un Estado autonómico (una nación soberana que se descentraliza), frente a uno federal (el resultado de un pacto entre diferentes naciones soberanas)".

Salió de España con la guerra, "prefirió que ganara Franco, y el orden, a que se impusiera una República de corte comunista", cuenta Zamora. En 1939 se instaló en Argentina, donde no le fue muy bien, regresó a Europa en 1942 y a España en 1945. "Con algo de ingenuidad, pues creía que se podía hacer algo dentro del régimen de Franco".

"Con el tiempo, Ortega se ha revelado como un sembrador de ideas extraordinario", dice Fernando Savater, que participará también en el congreso. "Lanza una gran cantidad de pistas, de caminos posibles, entra en cosas que merecen la pena ser pensadas. Entre los grandes temas que cultiva su filosofía me parece que la relación entre vida y razón sigue siendo tremendamente fecunda. Subrayar que lo que tenemos es nuestra vida, y que es a partir de ella desde donde empezamos a pensar, me parece un punto de partida muy estimulante".

La filosofía de la razón vital e histórica: a ella se refiere también Javier Zamora cuando se trata de reflexionar sobre las ideas de Ortega que se mantienen hoy más vigorosas. Antonio Garrigues Walker destaca "su defensa de una concepción liberal", e insiste en la mala suerte del liberalismo en este país. "Manipulado, reivindicado falsamente por otras ideologías, con tremendas dificultades para encontrar su lugar". Considera a Ortega, en ese sentido, una referencia insoslayable.

José Lasaga cree que su obra sigue siendo fecunda sobre todo en tres ámbitos. "El de la hermenéutica, donde adelanta ideas que luego recogerían Ricoeur y Gadamer, y donde señala la importancia de la interpretación, mostrando cómo la filosofía consiste en una tensión permanente hacia una verdad a la que no se llega nunca. Luego están sus reflexiones sobre la ciencia y la técnica, a las que defiende sin llegar sin embargo a divinizarlas. Y su filosofía política, que sigue provocando interpretaciones muy distintas, y en las que destaca su defensa de Europa y del liberalismo".

"Si a mí me hubieran dicho hace 25 años que las reflexiones de Ortega sobre España y las autonomías iban a seguir teniendo vigencia ahora me hubiera reído", explica Savater. "Pero por desgracia es así, y si cualquiera mandara hoy a un periódico alguno de sus textos sobre estas cuestiones, seguiría teniendo sentido dentro del debate, por ejemplo, sobre el Estatuto de Cataluña".

Medio siglo después de su muerte, la obra de Ortega sigue llevando un "mensaje refrescante" al mundo de la cultura, dice Garrigues Walker. Savater cuenta que en la universidad lo privaron de Ortega. "Lo consideraban un filósofo menor, frívolo, trivial. Tardamos mucho en reconquistarlo con nuestros propios medios. Espero que las nuevas generaciones no tarden tanto en llegar a su obra".

José Ortega y Gasset, en Aspen (Colorado), en el verano de 1949.
José Ortega y Gasset, en Aspen (Colorado), en el verano de 1949.
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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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