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Unos monolitos con muchos años de retraso

Un monolito del escultor Joaquín Rubio Camín recuerda desde esta semana en Valdediós (Asturias), al pie de la fosa común en la que permanecieron enterradas más de medio siglo, a las 17 personas (11 mujeres y 6 hombres), todas ellas enfermeros y personal del Hospital Psiquiátrico de Asturias, que en octubre de 1937, hace ahora 68 años, fueron fusiladas por las tropas franquistas por el "delito" de haber prestado asistencia médica durante la guerra. En el acto de homenaje, organizado por el Servicio de Salud del Principado (SESPA) con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, volvieron a aflorar sentimientos y emociones. Antonio Piedrahita, hijo de una de las víctimas, expresó su gratitud a los voluntarios que en julio de 2003 exhumaron los 17 cadáveres, 10 de los cuales ya han sido identificados. "Gracias a ellos, hoy reposan en un lugar decoroso y tienen una sepultura digna", afirmó Piedrahita. El presidente de Asturias, el socialista Vicente Álvarez Areces, recordó que los 17 fusilados lo fueron "sin otro motivo que el de cumplir fielmente su compromiso ético con aquellos que los necesitaban", los enfermos, "y a los que no abandonaron ni siquiera en las circunstancias más adversas". Los fusilamientos, perpetrados por tropas navarras cuando ya había caído el frente de Asturias y Franco había declarado el fin de la guerra en la región, se produjeron, según algunas versiones, al término de una misa y tras una noche en la que las enfermeras habrían sido objeto de abusos. El acto en Valdediós, en recuerdo de uno de los pasajes más tétricos de la represión en Asturias, se celebró un día después de que en Turón (Mieres) se hubiese descubierto otro monolito, éste obra de José Luis Varela, en la boca del pozo minero Fortuna, al que fueron arrojados entre 1937 y los años cuarenta varios cientos de víctimas civiles de la represión posbélica, según algunas estimaciones. Con autoridades y representantes socialistas y republicanos, asistieron al homenaje más de 400 personas, entre ellas parientes de los asesinados. La octogenaria Beatriz Rey, tres de cuyos hermanos reposan en el interior de la mina, participó en la ofrenda floral asida a una bandera republicana. Conmovida, pero firme, expresó: "Ya era hora de que se supiera lo que ocurrió y de que se recordase a los que aquí fueron asesinados".-

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