Artesanía bien realizada

Un hermoso proyecto vitivinícola en el que, junto al lógico y loable interés por ganar dinero, hay una filosofía de la vida que pone el acento en el amor -y, por consiguiente, respeto- a la naturaleza. Por supuesto, tan nobles intenciones, que se traducen en un riguroso cultivo orgánico y biodinámico, complementado con el uso de levaduras autóctonas, huevos ecológicos para clarificar y barricas francesas renovadas cada año, no garantizan un resultado a la altura de los principios. Demasiadas veces se constata que los buenos propósitos ecológicos suelen producir resultados mediocres. El vino es obra y responsabilidad del ser humano, aunque la naturaleza brinde materia prima e inspiración. Por eso me alegra que aquí haya una artesanía bien realizada: de buen y sólido color, ofrece un potente aroma frutal (zarzamora y grosella) recubierto por una pátina de madera noble (cedro), en un ambiente fragante de especias (nuez moscada, vainilla) y café tostado. En la boca, la fruta, ahora adornada de notas florales, se expresa vigorosa, buscando una elegancia que no termina de imponerse. Pero que llegará en próximas añadas.