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Los talibanes disidentes intentan entrar en el Parlamento afgano

Los fundamentalistas llaman a boicotear los comicios de mañana

Ángeles Espinosa

Frente al despliegue de carteles y mítines electorales de los candidatos al Parlamento afgano, los ex talibanes que se presentan hicieron campaña casi en silencio. "Los talibanes amenazaron con matarme si participo", justifica Abdul Samad Khaksar, ex responsable de los servicios secretos del Gobierno talibán. Muchos afganos cuestionan que se les haya permitido presentarse. Un portavoz talibán advirtió ayer contra la asistencia a las urnas.

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Khaksar no es el único ex talibán en las papeletas electorales. Al menos nueve aspiran a un escaño en la primera Asamblea Nacional desde 1969, entre ellos el ex ministro de Exteriores Wakil Ahmad Mutawakil. Ambos, considerados moderados en su día, se entregaron antes de la caída del régimen. Un puñado más se presenta a los consejos provinciales de varias provincias del sur y el este del país, el llamado cinturón pastún. Esa región aún guarda simpatías hacia una milicia que surgió de sus entrañas.

"¿Cómo podemos aceptar de candidatos a quienes nos oprimían hasta hace cuatro años?", se pregunta Shopur, un tayiko de 24 años, cuyos vaqueros ajustados hubieran sido impensables durante el Gobierno talibán. De hecho, su familia huyó a Irán cuando llegaron al poder. Su recelo es compartido por hazaras y otras minorías, e incluso por muchos pastunes.

"Es un error que se permita participar a los comunistas y a los muyahidin, que se portaron tan mal con la gente, y no se haga lo mismo con los talibanes", defiende por su parte Ishaq Gailani, presidente del Movimiento Nacional de Solidaridad y candidato por la provincia de Paktika. "Tienen que ser parte del proceso político en Afganistán", insiste, "por supuesto, tienen que deponer sus armas, presentar sus ideas y si son elegidos, ¿por qué no van a formar parte del Parlamento?".

Algunos afganos, y también analistas extranjeros, temen que si los candidatos vinculados a los talibanes ganan un gran número de representantes, les resultará más fácil crear bases dentro del país, en vez de en las regiones tribales de Pakistán. Según ese razonamiento, su éxito debilitaría aún más el control del Gobierno central en ciertas áreas, lo que permitiría la existencia de refugios seguros.

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Amenaza de muerte

En opinión de Gailani, miembro de una familia pastún que estuvo amenazado de muerte por los talibanes durante su exilio, el riesgo es mayor si se les rechaza. "Encontrarán fuentes de financiación y crecerán los problemas entre la gente y el Gobierno", asegura. Ése parece haber sido el razonamiento del presidente Hamid Karzai, que resiente la influencia de Pakistán, para abrir su programa de reconciliación nacional a los talibanes. A Gailani le parece insuficiente.

"Tiene que poner un límite a EE UU. Sus tropas no se portan bien con los talibanes. Los combaten como si se tratara de un gran oso y la gente está harta de esto", denuncia convencido de que esa actitud crea resentimiento entre su gente. Desde la pasada primavera ha aumentado la violencia en esas regiones hasta el punto de que este año fue el más sangriento desde la expulsión de los talibanes en 2001.

Fuentes diplomáticas occidentales descartan que el movimiento talibán esté resurgiendo. "Lo que hay en el sur es una rebelión campesina", asegura un embajador. "Es cierto que las víctimas civiles causadas por los ataques americanos les ganaron apoyos y que la milicia va a sobrevivir mientras encuentre respaldo al otro lado de la frontera", admite un asesor político de la misión de la ONU.

La misma fuente cree que los talibanes no tienen ningún interés en impedir las elecciones, sino que más bien actuarán después contra quienes salgan elegidos. Durante la campaña se han producido siete asesinatos de candidatos (el último ayer en la provincia de Helmand), pero no todos son atribuibles a la milicia. Sin embargo, tanto portavoces estadounidenses como afganos se han mostrado convencidos de que el grupo intentará sabotear el voto aunque, aseguran, no podrá descarrilarlo.

La advertencia ayer de su portavoz va en ese sentido y dificultará aún más la reintegración de los talibanes arrepentidos. "El consejo talibán pide a los afganos que no participen en las elecciones porque esta farsa es un plan de EE UU (...) y podrían resultar heridos durante los ataques en los lugares donde haya tropas extranjeras", informó Abdul Latif Hakimi.

Colegios electorales móviles en Badakhshan, al este de Afganistán.
Colegios electorales móviles en Badakhshan, al este de Afganistán.REUTERS

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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