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Reportaje:

La finalidad social de un centro privado

La mitad de los alumnos de un colegio de Valencia, creado para "los hijos de la clase obrera", son inmigrantes

Ignacio Zafra

La escuela pública acoge a una clara mayoría de los menores inmigrantes: al 86%. No resulta sorprendente encontrar un centro público con un porcentaje del 20% de inmigrantes. Y tampoco es raro encontrar centros privados concertados con un 2% de extranjeros.

Lo raro es encontrar una calle como la del Doctor Olóriz de Valencia, con dos colegios, uno público y otro concertado, en los que más de la mitad de los chavales son inmigrantes.

La calle del doctor Olóriz va desde el antiguo cauce del Turia hasta la calle de Reus. Pertenece a Marxalenes, un barrio que nunca ha sido rico y que en 2004 tenía 11.614 habitantes, el 13% de ellos extranjeros.

El director del Santiago Apóstol (el colegio concertado de la calle del doctor Olóriz), sin embargo, desconfía. "Las estadísticas dicen que cada año tengo menos extranjeros, pero la realidad es que cada vez tengo más", dice el director Rafael Aliaga.

La explicación parece un trabalenguas: Un niño nacido en España y cuyos padres sean inmigrantes adquiere o no la nacionalidad española en función de lo que establezca la legislación del país de origen de los progenitores. Marruecos y Rumanía, por ejemplo, conceden automáticamente la nacionalidad a los hijos de los marroquíes y de los rumanos, aunque nazcan fuera de sus fronteras. La mayoría de países latinoamericanos, no. Para evitar que acaben siendo apátridas, España concede a los hijos de estos inmigrantes la nacionalidad española.

La consecuencia es que, para las estadísticas, en la clase de tres años del colegio Santiago Apóstol, de 25 niños sólo un par son extranjeros. La realidad, en cambio, es que Cristofer Jesús, Henry Michael y así hasta 20 chavales son hijos de inmigrantes latinoamericanos y "tienen las mismas necesidades y los mismos problemas que el resto de niños inmigrantes: Sus familias comparten pisos pequeños con otras familias, los padres siguen sin tener trabajo estable... Quizá dentro de una generación no se notará la diferencia con los demás niños españoles, pero hoy sí que se nota", asegura Aliaga.

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El Santiago Apóstol no pertenece a ninguna orden religiosa, sino al Arzobispado. ¿Por qué acuden a él tantos hijos de inmigrantes? Su director señala que el centro no pide ningún donativo a los padres, ni exige uniformes, ni impone sobrecostes al precio del comedor.

El colegio, nominalmente, está bajo la responsabilidad del cura Joan Olivert. Un sacerdote singular, director de la comisión episcopal de medio ambiente y ecología humana, que aspira a que el Santiago Apóstol funcione con energía solar y que trata de convencer a quien quiera oírle de que proteger el medio ambiente es un acto cristiano.

El director y los profesores son seglares y el centro realiza dos misas al año, una al principio y otra al final del curso. La asistencia no es obligatoria.

El Santiago Apóstol ofrece clases de Compensatoria de castellano, valenciano y matemáticas, y cursos de mecanografía y de jardinería para evitar la deserción escolar de los alumnos de los últimos cursos.

El estado de las instalaciones no es rumboso: Las paredes exteriores necesitan una mano de pintura, algunas clases se dan en barracones (o aulas provisionales) y el gimnasio está ubicado en el antiguo cine parroquial.

La historia del Santiago Apóstol comienza en 1910. Aquel año, Matilde Caro Bassiero, condesa viuda de Rótova, donó unos terrenos por vía testamental para que se construyera un colegio católico donde "moralizar a los hijos de la clase obrera". Desde entonces, dice el director, "el colegio no ha cambiado; lo que ha cambiado es el barrio. Hace 100 años venían los hijos de los obreros, luego vinieron niños gitanos y ahora vienen los hijos de los inmigrantes".

Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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