El derecho a la memoria
ETB ofreció el domingo pasado un reportaje sobre la recuperación de la memoria de los asesinados en el golpe de estado fascista del 36. Poco a poco se van desenterrando sus huesos y, con ellos, vuelve a la memoria el murmullo de unas voces silenciadas por defender valores como la libertad y la justicia social. Algunos de ellos eran simplemente niños, a los que se mataba para que la "simiente roja no siguiera extendiéndose". Mi hermano Vicente y mi padre Juan, además de otros familiares, fueron secuestrados y desaparecidos en un pueblecito de Burgos. Vicente sólo era un niño a quien escondimos debajo de la cama para evitar que se lo llevaran, pero fue inútil. Las penalidades que pasó lo que quedó de mi familia serían muy largas de contar y, por desgracia, demasiado comunes a las de tantos y tantos represaliados.
Por eso me he emocionado otra vez al ver esos osarios en las fosas comunes castellanas. Y por eso, a mis 81 años, vuelvo a sentir la indignación y la vergüenza por una transición "democrática" realizada a expensas de nuestro obligado silencio. Ya sólo nos queda la memoria y ETB ha contribuido a que no desaparezca.
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