Sobre la legislación portuaria

El señor Coello Brufau, en el suplemento de Negocios del pasado domingo día 4, volvía a repetir lo que ya publicó el pasado 30 de marzo en La Vanguardia, copiando literalmente párrafos enteros, y mezclaba, otra vez, puertos y aeropuertos, para argumentar que la legislación portuaria española es la culpable de innumerables males.

Para hacer esto oculta que los puertos españoles tienen el más rápido crecimiento de la UE. Oculta que el puerto de Rotterdam (municipal hasta ahora y algo más próximo a nosotros que el de Shanghai), está viendo cómo el Gobierno neerlandés entra en su propiedad con una fortísima inversión pública. Oculta, en su propuesta de convertir a los puertos en sociedades anónimas, una importantísima sentencia del Tribunal Constitucional (la 102/2005, del 20 de abril) que en su Fundamento de Derecho 6 lo hace inviable. Y oculta que, con esa legislación tan denostada por él, un gran número de puertos españoles tienen una gestión basada en la eficiencia y la rentabilidad y con una creciente entrada de capital privado (incluso el puerto de Barcelona la ha tenido con anteriores presidentes).

Quizá, en lugar de teorizar sobre legislación portuaria, el señor Coello, podría hablar del nuevo plan de accesos ferroviarios del puerto de Barcelona, que deja las vías férreas a más de dos kilómetros de casi todas las terminales de vehículos.