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Reportaje:

Luces y sombras en el parque natural

El grave incendio reabre el debate sobre el modelo de desarrollo de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas

Ginés Donaire

El pasado mes de mayo, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, eligió una pequeña aldea de la Sierra de Segura para anunciar el llamado plan Jaén, un conjunto de inversiones con las que se quiere frenar el descenso de población a través de la diversificación económica. Quizá no fue casual la elección de esta comarca, una de las más deprimidas de la provincia, para un anuncio cargado de tanto simbolismo. Unos meses antes, las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas habían padecido uno de los inviernos más duros de su historia, y las heladas habían acabado con más de 4.000 hectáreas de olivar obligando a cortar de cuajo miles de árboles.

Además, la sequía provocó una importante reducción en la cosecha oleícola y, lo que es peor, ha cambiado la fisonomía y el estado de ánimo de unos pueblos que han presumido siempre de abundancia en recursos hídricos. Los valles del Guadalquivir y Segura (los dos ríos que nacen en estas sierras) han cambiado ahora parte de su habitual verdor por una estampa más gris y apesadumbrada.

La sequía y las heladas han supuesto un importante varapalo para el sector primario de estos municipios, como se advierte en muchas casas y establecimientos de la comarca que lucen en sus balcones la pancarta "SOS Segura", el nombre de una plataforma impulsada por los agricultores y que ahora ya comparten el resto de vecinos. Y es que, por si aún eran pocas las desgracias, el pasado 7 de agosto, una fuerte tormenta eléctrica, con más de 500 rayos, hizo que la sierra empezara a arder por 20 puntos a la vez. La mayoría fueron conatos de incendio, pero tres de ellos se prolongaron varios días arrasando casi 6.000 hectáreas. El golpe ha sido esta vez para el otro pilar del desarrollo económico de estos pueblos, el turismo.

Si hace cuatro años, el fuego devastó la principal puerta de entrada al parque natural más grande de España, con un gran impacto paisajístico -aún no reparado- a la altura del puerto de Las Palomas de Cazorla, ahora las llamas han dañado a las otras dos comarcas, las consideradas tradicionalmente las hermanas pobres de este espacio protegido: Sierra de Segura y Las Villas. Es cierto que el monte calcinado apenas supone el 2,85% de toda la superficie del parque natural, cifrada en 209.934 hectáreas tras la última delimitación de la Consejería de Medio Ambiente. También resulta evidente que el impacto para el turismo ha sido menor del esperado al afectar el fuego a zonas con poca densidad de infraestructuras hoteleras. Sin embargo, nadie discute la gravedad de los incendios y su trascendencia para el futuro medioambiental de estas sierras. Y más allá de ello, ha reabierto el debate sobre el modelo de desarrollo que se aplica en el parque natural más antiguo de Andalucía (desde 1986).

¿Hay equilibrio entre conservación y desarrollo? ¿El parque contribuye a asentar la población? Estas preguntas y muchas otras están instaladas en los corrillos de los 25 pueblos de las tres comarcas, donde viven algo más de 80.000 habitantes. "Es más lo positivo que lo negativo; el parque natural ha contribuido a diversificar la economía, a crear empleo estable en sectores como el turismo y la artesanía y ha permitido que la población siga en la zona", dice el delegado del Gobierno andaluz en Jaén, Francisco Reyes.

Pero los estudios demográficos apuntan en otra dirección. En las dos últimas décadas estas comarcas han perdido más de 12.500 habitantes y la tasa de envejecimiento es la mayor de la provincia, con muchas localidades por encima del 25% de su censo mayor de 65 años. "La agricultura en el parque natural no es competitiva, todo son trabas", se lamenta José Luis Romera, delegado de Asaja en la Sierra de Segura. Romera alude a la "política de hostigamiento" hacia la población rural y pone como ejemplo las multas que reciben los agricultores por cualquier alteración en sus fincas. El PP aprovechó este malestar para pedir en la última campaña electoral la exclusión de las tierras de cultivo del parque natural. El delegado del Gobierno andaluz considera que "las limitaciones dentro de un parque natural no son más que en otros lugares".

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Reyes se refiere a la decisión de no autorizar más equipamientos turísticos en el valle del Guadalquivir. Incluso el Plan de Desarrollo Sostenible de este espacio protegido (aprobado en octubre de 2003) llama la atención sobre la "gran responsabilidad" de los ayuntamientos a la hora de conceder nuevas licencias turísticas en este eje por su elevado nivel de "congestión". El mismo plan advierte del alto número de alojamientos no regulados, del reparto muy desigual de la oferta hotelera y de la preocupante estacionalidad del turismo, pues muchos establecimientos sólo abren sus puertas algunos fines de semana entre los meses de octubre a abril. Un plan que persigue que las luces apaguen las sombras existentes.

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