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Quién es en realidad Barbijaputa, juzgada por delitos de odio en la Audiencia Provincial de Madrid

Se trata de María P. B., una azafata andaluza de 44 años reconvertida en ‘influencer’ feminista desde que comenzó a tuitear bajo este pseudónimo en 2009

La tuitera Barbijaputa, al inicio de la vista oral por unos tuits sobre Hitler que publicó en 2011, este martes en la Audiencia Provincial de Madrid.
La tuitera Barbijaputa, al inicio de la vista oral por unos tuits sobre Hitler que publicó en 2011, este martes en la Audiencia Provincial de Madrid.EUROPA PRESS (EUROPA PRESS)
V. Torres

La tuitera, activista y creadora de contenidos conocida como Barbijaputa se ha sentado este martes en el banquillo de la Audiencia Provincial de Madrid por la presunta comisión de delitos de odio contra la comunidad judía e israelí y por trivializar el Holocausto. ¿Quién es la persona que se esconde desde hace años tras ese pseudónimo? Se llama María P. B., tiene 44 años y tuitea desde junio de 2009, bajo el paraguas del anonimato, con la cuenta @Barbijaputa. Su estilo en X, la antigua Twitter, es controvertido, ácido y crítico, a veces con sentido del humor y también, a veces, con polémica. Lo hace bajo su logotipo, una letra be con cuernos y tridente demoniacos, que en ocasiones acompaña con la cara de la muñeca Barbie. En su página web, ella misma se define fundamentalmente como feminista, y de sus tuits se desprende una ideología antifascista y de izquierdas. El éxito de su personaje la ha llevado a convertirse en escritora, columnista y autora del podcast RadioJaputa. “Soy responsable de lo que yo digo, no de lo que tú entiendas” es el leitmotiv de su perfil.

Barbijaputa nació primero como un blog en 2009 y su intención era, según ha contado, huir de la soledad tras ser destinada a Tenerife, “una ciudad donde no conocía a nadie”. Hasta que el juicio ha desvelado su verdadera identidad, se sabía lo poco que había ido dejando caer: que efectivamente es mujer, que nació en algún lugar de Andalucía, que ha trabajado como auxiliar de vuelo, que ha vivido en Madrid y que ha regresado a vivir a Andalucía. “Podré perder los papeles y salirme de tono tantas veces como ovule, quiera, sienta y crea necesario. A quien no le guste (perfectamente comprensible) puede dejar de seguirme, pero siempre recordando que no le debo reembolsar ningún dinero, ni dar explicaciones, ni pedirle perdón. También puede volver a seguirme, no le cobraré”, dice a modo de declaración de intenciones.

¿Y por qué lo creó desde el anonimato? En sus orígenes, para evitar que la despidieran: “Aquel blog era mi válvula de escape, un lugar solo mío donde desahogarme, donde contar ―sin ser reconocida por mis jefes― todo lo que me indignaba del mundo, incluidas las normas rígidas de imagen en las compañías aéreas en las que había trabajado y trabajaba”. En ese momento, no había llegado al feminismo para explicar todas aquellas cosas que le pasaban y que no eran solo cosas suyas “sino de todas”.

Asegura que tomar conciencia de la fuerza del patriarcado cambió su vida y su forma de enfrentarse al mundo y, desde entonces, despliega su feminismo en forma de mensajes en redes sociales, artículos en diferentes medios ―fundamentalmente, columnista, primero de eldiario.es y después de publico.es―, cinco libros ―la novela de intriga distópica Nadie duerme, el ensayo Machismo: 8 pasos para quitártelo de encima, una especie de autobiografía titulada La chica miedosa que fingía ser valiente muy mal que ha sido llevaba al teatro y el poemario infantil de 2015 Planeta Lilaverdía bajo el pseudónimo de Lula Libe― biografías de feministas radicales y desde 2018, los podcasts semanales de Radiojaputa, “el proyecto más libre” que ha hecho y que ya va por la octava temporada.

Desde este feminismo, Barbijaputa se ha convertido en una influencer política y no hay polémica en la que no entre en redes, que ha incendiado en muchas ocasiones por sus comentarios políticamente incorrectos. Tiene 265.000 seguidores en X (antes Twitter), 67.900 followers en Instagram, 10.000 fieles en Facebook y 3.233 suscriptores en su canal de Telegram Vaginocracia parlamentaria. En torno a su figura, ha creado también cientos de grupos temáticos de WhatsApp, donde, según explica, sus seguidores interactúan y comentan “la realidad desde un prisma feminista radical, tanto online como en la vida real”. Su discurso, en el que no se ha ahorrado críticas a la ya exministra Irene Montero, a la que llama “sinvergüenza” y “mala gente”, fue inmediatamente atacado desde el machismo, pero también desde el feminismo, donde ciertos sectores la consideran tránsfoba, homófoba y lgtbifóbica.

Activismo y medio de vida

¿Y de qué vive? Desde 2019, autofinancia su proyecto a través de unmatrocinio con el que se puede patrocinar su contenido con donaciones, que serán empleadas en tratar asuntos que van mucho más allá del feminismo, como el cambio climático, el racismo y la nutrición. Además de sus libros y sus colaboraciones con medios de comunicación, tiene una pequeña tienda online donde vende sudaderas por 55 euros y camisetas por 30.

Pero lo que la ha sentado en el banquillo y ha revelado de paso su identidad no es ninguna cuestión de género, sino sus opiniones sobre Israel y los judíos y, de fondo, el eterno debate sobre la libertad de expresión y los límites del humor. Por una serie de tuits lanzados entre 2011 ―año en el que el director Nacho Vigalondo tuiteó que “el holocausto fue un montaje”― y 2017, el fiscal pide para ella un año y nueve meses de cárcel por un delito de provocación al odio y la inhabilitación especial para el uso las redes sociales. “Hitler la cagó cargándose a los judíos, eso no sirve para nada. Ahora estaríamos mejor si hubieran perseguido, por ejemplo, a los felices”, comentó por ejemplo en uno de esos tuits. “Se pueden criticar las religiones sin caer en el racismo. Se puede criticar el islamismo sin caer en el racismo. Se pueden criticar otros patriarcados, de consentimiento o de coerción, sin caer en el racismo. Quien cae sistemáticamente y con orgullo en el racismo, feminista no es”, sentencia esta mujer, que ha resultado no ser rubia ni responder al estereotipo de una Barbie, en uno de sus últimos tuits.

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Sobre la firma

V. Torres
Redactora de la sección de Madrid, también cubre la información meteorológica. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Navarra, cursó el máster Relaciones Internacionales y los países del Sur en la UCM. En EL PAÍS desde el año 2000, donde ha pasado por portada web, última hora y redes, además de ser profesora de su escuela entre 2007 y 2014.
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