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Lula pide perdón por el escándalo de corrupción que amenaza a su Gobierno

Nuevas revelaciones sobre el Partido de los Trabajadores agravan la situación del líder brasileño

Juan Arias

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, pidió ayer perdón a sus conciudadanos por el escándalo de corrupción que sacude a su formación política, el Partido de los Trabajadores (PT), y al Gobierno, y que ha desatado la mayor crisis política en Brasil de las últimas décadas. Frente a los testimonios que lo implican, Lula aseguró que no tenía conocimiento de la red de sobornos que se destapó en mayo y dijo sentirse "traicionado" e "indignado" por esas "prácticas inaceptables". El Gobierno y el PT deben pedir perdón, dijo el presidente, cuya popularidad se desploma en las encuestas.

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La trama de los sobornos

Lula se dirigió a la nación en un discurso retransmitido por radio y televisión. Lo hizo acompañado por sus ministros. Era la primera vez que afrontaba públicamente el escándalo de la red de financiación ilegal tejida por el PT para sellar sus alianzas políticas con otros partidos.

Visiblemente afectado, sin gesticular como de costumbre, en tono sobrio y grave, Lula dijo: "Quiero decir a la nación, con toda franqueza que me siento traicionado por las prácticas inaceptables, de las que nunca tuve conocimiento. Estoy indignado con las revelaciones que aparecen cada día y que sorprenden al país".

Previamente, había recordado que el PT, que hace 25 años ayudó a fundar, tenía como vocación "llevar la ética a la política" y defender a los más necesitados. Dijo que esa fue siempre "y sigue siendo" su única aspiración política. Antes de hablar de la crisis, Lula hizo un repaso de los logros de su Gobierno a mitad de su mandato. Puso de relieve los datos positivos de la política económica y la ayuda a más de siete millones de familias pobres.

Casi en voz baja y como hablando consigo mismo, Lula afirmó: "No siento vergüenza en decir que el Gobierno y el PT tienen que pedir perdón". Concluyó diciendo: "Estoy seguro de que puedo seguir contando con el pueblo de Brasil".

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La intervención de Lula, pedida desde hacía semanas por la oposición, se hizo inevitable tras dos nuevas y graves revelaciones hechas en menos de 24 horas por dos personajes muy cercanos a él, al PT y al Gobierno.

La más reciente, y la más grave para Lula, se produjo ayer por la mañana: la revista Época anticipó 24 horas su salida en São Paulo con la publicación de una entrevista explosiva con Valdemar da Costa Neto, presidente del Partido Liberal (PL), que aseguraba que su grupo aceptó formar coalición con el PT porque el partido de Lula le prometió a cambio 10 millones de reales (3,3 millones de euros). El acuerdo, contaba Costa Neto, se celebró en mayo de 2002, durante la campaña presidencial, y fue firmado por él, por José Dirceu, ex ministro de la Presidencia de Lula y entonces presidente del PT, y el tesorero del mismo partido, Delubio Soares. En la sala de al lado, añadió Costa, se encontraban Lula y José Alencar, presidente honorario del PL, al que Lula nombraría vicepresidente de la República. Ambos dieron luz verde al pacto.

Según Costa Neto, después del triunfo de Lula en las elecciones, el Partido Liberal tuvo dificultades para cobrar los 10 millones de reales del PT, que acabó pagándoles sólo 6,4 millones a cambio de su apoyo al nuevo Gobierno. El dinero, dice Costa Neto, llegó al partido "en varias maletas".

Pagos en Bahamas

La otra revelación se había producido en la noche del jueves: Duda Mendoza, el publicitario más famoso del país y cerebro de la brillante campaña electoral de Lula en 2002, se presentó voluntariamente y por sorpresa ante la comisión de investigación del Parlamento para lanzar una bomba: Mendoza reveló que el PT le había pagado una parte de sus emolumentos en una cuenta en Bahamas, que él abrió por instrucciones del empresario Marco Valério, uno de los artífices del entramado de sobornos. En esa cuenta le colocarían diez millones de reales (3,3 millones de euros).

Mendoza, que rompió varias veces en llanto, dijo que no tenía opción: o aceptaba la propuesta o perdía el dinero. Contó que otra parte del dinero se lo dieron "sin recibos" en efectivo. "Sé que he cometido un delito fiscal, pero no moral", dijo, y añadió que lo único que deseaba, tras haber ganado los principales premios internacionales del ramo, era "preservar su imagen" para el futuro.

La noticia corrió como la pólvora en los círculos políticos. El hecho de que el PT pudiera tener cuentas en bancos extranjeros supone, según la ley, la extinción del partido. Varios diputados del PT lloraban indignados y amenazaban con abandonar el partido si los culpables no eran castigados cuanto antes. Hasta ahora, en efecto, el PT no ha expulsado a nadie. Todos los que han salido lo hicieron por propia voluntad.

La oposición reaccionó con dureza al discurso de Lula, que se retrasó cuatro horas con motivo de la salida de la revista Época. El jefe del Partido Socialdemócrata (PSDB) en el Senado, Arthur Virgilio, calificó la intervención del presidente de "falsa prestación de cuentas". A su vez, el líder del conservador Partido Frente Liberal en el Senado, José Agripino, afirmó que Lula "una vez más actuó como un autista que hace ver que la crisis pasa de largo, lo que no es verdad".

Un sondeo nacional, realizado dos días antes de las últimas revelaciones, indicaba que, en caso de disputar las presidenciales del año próximo, Lula perdería por diez puntos en la segunda vuelta frente al socialdemócrata José Serra, alcalde de São Paulo, y a quien Lula derrotó en 2002.

Lula, durante una reunión de su Gabinete, ayer en Brasilia.
Lula, durante una reunión de su Gabinete, ayer en Brasilia.REUTERS

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